Mientras narraba mis historias de los triatlones en los que he participado, me llegó la noticia del fallecimiento de un amigo, Luis Alonso Graf, entonces mis recuerdos de inmediato se trasladaron a Tehuacán, parte fundamental de mi historia familiar y profesional, pero sobre todo de una amistad sincera, y ese apoyo me permitió tener el octavo lugar en el Triatlón de Los Cabos.
Es el momento de agradecer en su ausencia la oportunidad que me dio hace algunos años cuando él era el gerente del Hotel Cantarranas en Tehuacán, al permitirme entrenar sin un costo en las instalaciones.
Si bien en una competencia el triatleta enfrenta la soledad al nadar, al pedalear y correr, ya que no es un deporte de conjunto, existe el acompañamiento de familia, y personas como Luis Alonso que creen en uno, que lo animan y lo apoyan.
Fue gracias a nadar en la alberca del hotel como pude mantenerme en forma para competir en el Triatlón de Los Cabos en ese verano de 1997.
Por cierto esa competencia en Baja California tuvo algo especial, pues participaba mi hermano Alipio Bailleres, y no faltaron los inconvenientes, como el habernos hospedado en un hotel que estaba muy retirado del punto de salida, lo cual no se lo recomiendo a nadie pues la presión del tiempo influye.
Por cierto, en lo accidentado de la competencia, era que había aguas malas, y aunque eran pocas, había que evitarlas.
Además, después de los mil quinientos metros de nado, al salir del agua el trayecto era un camino muy sinuoso, un par de vueltas con subidas y bajadas pronunciadas, además del calor y la humedad; en sí, el efecto sauna mientras uno participaba, y el desgaste del competidor era mayor.
Después de dejar la bicicleta, comencé a correr, y puedo decir que tuvo un honroso octavo lugar; una de las mejores posiciones que he tenido en mi vida por lo que implicaba.
Destaco el tema de los puntos, ya que ese año, 1997, me hicieron quedar en el octavo lugar nacional, en el Circuito Nacional de Triatlón.
Esa competencia por el intenso calor, y la intensa humedad hizo que tuviera que llegar a la carpa de primeros auxilios; me pusieron toallas que tenían en agua con hielo, y la toalla se secaba, y fueron tres dosis, en sí estaba a punto de tener un shock de calor.
Pasa el tiempo, y reitero las enseñanzas de la vida como el valorar a los amigos que de una u otra manera van contigo en las aventuras, y se da ese apoyo en el momento indicado, por eso Luis Alonso, ese octavo lugar también es tuyo, gracias por haber creído en mí.