Como pocas, muy pocas veces, lo sucedido en estos últimos días nos refleja a un político con poder que se va quedando solo y arrinconado.
Un rey sin corona.
El caso de Nacho Mier dejó de ser una mera disputa política entre él y el gobernador Miguel Barbosa.
Hoy por hoy esas divergencias se han convertido en la debacle de un hombre que además de cargar con sus enemigos políticos naturales, ahora suma las animadversiones generadas, durante años, por su socio y probable cómplice.
Todos quienes por extorsión, amenazas, insultos, burlas, sorna o cualquier otra razón han aborrecido a Arturo Rueda, comienzan a trasladar su repudio a Nacho Mier.
Mier da un paso para adelante y dos para atrás. Cada vez se hunde más cuando abre la boca y arrastra a su socio, a la vez que se incrimina.
Si realmente Mier quiere salvarse deberá deslindarse de su socio y eso lo sabe, ¿cuánto tiempo se mantendrá el delgado hilo que aún une a este par?
Estamos a días de saberlo, quizá sólo a horas.
Las declaraciones del gobernador, Miguel Barbosa, donde subraya que los dichos del coordinador de los diputados federales de Morena sólo buscan presionar al Poder Judicial o las de Alejandro Armenta quien recomendó a Nacho Mier “cuidar sus amistades (…) y apegarse a derecho en su conducta”; son parte de los muchos mensajes que restan puntos a las aspiraciones del oriundo de Tecamachalco.
Las columnas periodísticas que lo mismo han retomado pasajes sobre Arturo R., que sobre las actividades que en conjunto ha realizado con su socio, se suman a las afirmaciones de Estefan Chidiac quien ha enfatizado que el audio con el cual se le extorsionó provino de Rafael Moreno Valle.
Sin embargo, uno de los últimos clavos del ataúd político de Nacho Mier se encuentra en eso que AMLO llama las benditas redes sociales.
Basta buscar en Twitter el nombre o usuario de Mier Velazco para leer desde ofensas hasta reclamos y en Facebook, donde los usuarios son más pasionales, las descalificaciones abundan.
El escarnio y los memes son vastos. Vapulean la imagen de un hombre que –aunque le cueste reconocerlo- comienza a ser repudiado en todo el estado y hasta en el país.
Hoy existe una repulsión generalizada en contra de Nacho Mier. Está claro que ni su poder y mucho menos sus filias políticas pudieron evitarlo.
¿Cuánto tiempo duraría la campaña de un hombre que lo mismo defiende a violadores, porque abusaron de menores fuera de la tribuna; que a su hijo quien aún no responde por la ejecución de tres ministeriales en Tecamachalco?
¿Cómo explicaría a sus posibles aliados que en caso de ser llamados a cuentas por la justicia dirá que no los conoce, como sucedió con la diputada suplente, Sandra Nely; o que desconocía los presuntos delitos que su socio realizaba desde un medio de comunicación?
No se necesitará mucho ingenio, tiempo ni dinero, para dinamitar cualquier intento de campaña.