Uno esperaría que en los casos donde se agiliza la justicia para las víctimas a causa de alguna presión mediática, ésta fuera real y no un simple espectáculo de momento.

Anoche el periodista Fernando Maldonado reveló que el exdiputado federal por Morena, Saúl Huerta, acusado de violación de menores, fue puesto en libertad.

De confirmarse esta versión sería un escándalo nacional que nuevamente nos reflejaría la miope visión de la 4T en materia de justicia.

Pese a la muy delicada acusación, a que hubo elementos para desaforar a Saúl Huerta, incluso pruebas para que se le aprehendiera y se le comenzara un proceso por presunta violación de menores, el ex diputado de Morena pasó menos de 10 meses tras las rejas.

Las acusaciones directas, los señalamientos del menor, los videos del hotel y las denuncias anteriores de otras víctimas que relataron el mismo modus operandi, no fueron suficientes para mantener en la cárcel al señalado.

Tampoco las amenazas de muerte ni la historia de otra víctima que literalmente debió dejar el país para tratar de sentirse seguro.

¿Qué juez aceptaría firmar la liberación de un sujeto con esos antecedentes?

O mejor dicho, ¿cuántos ceros debió tener la transferencia para que la justicia volteara a otro lado mientras el morenista atravesaba la puerta de salida del reclusorio?

A estas alturas usted seguramente estará suponiendo y con muchos elementos, que alguna mano negra habría ordenado esa liberación. Quizá en su lista podría incluir a quienes públicamente apoyaron a Huerta Corona cuando comenzó el escándalo.

Nacho Mier, el coordinador de los diputados de Morena, fue una de las voces que respaldó a su correligionario al señalar, palabras más, palabras menos, que no podía sancionar a Saúl Huerta porque el delito no se había cometido en horas hábiles: “No lo hizo (el abuso) en su función como diputado federal, lo hizo en su vida personal. Repito, yo en la vida personal de los diputados no me puedo meter”.

Uno también se cuestiona, ¿con qué vara mide la 4t? Porque a juzgar por los hechos, es más grave presentar una credencial del INE con una dirección diferente a dónde vives que la pederastia o el abuso y la violación de menores de edad.

Rosario Roble continúa presa en Santa Martha Acatitla mientras Saúl Huerta ya andaría como si nada, disfrutando del verano y buscando una nueva víctima.

¿Qué tan seguro debió sentirse Saúl Huerta el 19 de agosto de 2021 cuando decidió entregarse?, ¿quién le habría prometido que no cumpliría ni un año tras las rejas?

De corroborarse la información, el Poder Judicial deberá dar una explicación y reconocer que al interior de su sistema el tráfico de influencias y la corrupción continúan enquistados.

Sin duda este tema será un dolor de cabeza lo mismo para el juez que firmó la liberación que para quienes hayan intercedido por Saúl Huerta y hasta para el propio Andrés Manuel López Obrador que deberá explicar por qué nuevamente un presunto delincuente –emanado de las filas de Morena- tiene más derechos y concesiones que las víctimas.