Es verdad que vivimos en un momento donde el tiempo vale oro y que muchas veces la distancia o hasta el Covid no impide estar en donde nos gustaría, sin embargo, Andrés Manuel López Obrador volvió a demostrar su desdén por la vida ajena.

Igual que ignoró la muerte de menores que dejaron de recibir sus medicamentos y tratamientos contra el cáncer o la vez que soltó la carcajada ante las masacres que continúan en el país, AMLO dejó en claro que no tiene empatía ni respeto por la vida y muerte de 14 elementos de la Secretaría de Marina.

El lunes en la mañanera la vida de esas 14 personas sólo tuvo espacio durante 2 minutos de su “valiosotiempo. En contraste el presidente decidió destinarle 14 minutos a sus opiniones sobre un cartón de Paco Calderón, publicado en Reforma.

¿Era siete veces más importante criticar un cartón que no lo favorecía que apresurar las investigaciones, enviar las condolencias y tomar acciones para que no se repitan estos actos de violencia?

Para él sí.

El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas no fue capaz de decretar el luto nacional, de guardar un minuto de silencio, de solicitar que en las cámaras se dieran aplausos o se inscribieran los nombres de las víctimas.

En el extremo, Andrés Manuel no fue capaz siquiera de ajustar su agenda e incluir una escala en el funeral donde 14 familias vieron los ataúdes de sus seres amados.

Y para los defensores a ultranza del inquilino que habita el Palacio Nacional, les comento que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos fue mucho más sensible y emitió antes las condolencias para los familiares y amigos de los 14 marinos que murieron en el desplome de la aeronave.

En las oficinas de la DEA, la bandera norteamericana ondea desde el lunes a media asta, en señal de duelo por los marinos caídos.

Pero para AMLO es más fácil inventarse que el Tren Maya y su construcción debe ser información reservada por “seguridad nacional” que enfrentar la ira y los reclamos de hijos, madres, padres y hermanos de nuestros 14 héroes.

Al comandante en jefe (así en minúsculas) le pareció mucho más irrespetuoso ir por los rumbos de Badiraguato y no saludar a la madre de El Chapo, que dejar plantados a los deudos de los hombres que entregaron su vida para que él cumpliera sus acuerdos con Biden.

Qué ruin.

Aprender y aprehender

Aunque estos dos verbos se escriben muy parecido, el significado de ambos es diferente.

Ello viene a cuenta porque leer un libro no es garantía de que el sujeto pueda hacer catarsis con él, identificarse y en el mejor de los casos comprender el mensaje.

Aprehender el conocimiento (quedárselo uno) no se logra simplemente pasando las hojas de un libro, como tampoco se logra que una persona que no tiene afición por la lectura la adquiera por ósmosis o simplemente porque se le regale un libro.

La frase de la no-primera dama, Beatriz Gutiérrez, de que “ningún lector es un agresor” resulta tan falsa como un billete de a peso.

Quizá ella no lo sepa o no lo haya leído, pero la historia muestra que hay grandes lectores como Hitler, que fueron genocidas.

También se asombraría de muchos perfiles que deben estar recopilados en los clásicos de la literatura y la criminología.

Leer siempre será una excelente recomendación, aunque eso no te vuelva más culto.