Desde el 4 de octubre de 2019 cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó los primeros cheques del programa La Escuela Es Nuestra (LEEN) a padres y madres de familia en Puebla advertimos que la comprobación de los recursos sería un calvario.  

Lo sería por cuestiones básicas de contabilidad y fiscalización y también porque es muy difícil seguirle el paso a cada uno de los pesos que se le entregaban directamente a los padres de los comités estudiantiles sin siquiera tener un destino.  

La necedad de AMLO para regalar dinero llegó a las escuelas públicas de todo el país y claro con ello una medusa de problemas, desde la discusión de por qué se gastaba en la construcción de una cancha en lugar de reparar los baños hasta la duda de en dónde quedó el dinero que alguien cobró.  

Ya la Auditoría Superior de la Federación ha señalado que aproximadamente 9 de cada 10 pesos que se destinan a ese programa insigne de López Obrador no se han podido comprobar, sin embargo, continúa pese al claro saqueo que representa al erario.  

A diferencia de otros ciclos escolares donde las vacaciones de verano servían para que se realizarán algunas obras o reparaciones mayores, este año difícilmente sucederá.  

Es verdad que no todo el dinero entregado terminó pagando las vacaciones de un padre negligente o en el bolsillo de alguna madre que se dio a la fuga y cambió de casa y escuela a sus hijos, sin embargo, es real que no es lo mismo contar con un equipo técnico que vote y priorice las urgencias de las escuelas públicas –siempre muchas- que hacerlo por mero capricho de quien cobra el cheque.  

Entendemos que las matemáticas no son el punto fuerte de AMLO, pero ahora que habla de una pobreza franciscana bien valdría que reconsiderara si los miles de millones de pesos que se destinan a LEEN en todo el país podrían invertirse de mejor manera.

La candidata intergaláctica

Si hay algo ruin en los políticos es que suelen colgarse de quienes realmente se han esforzado, para tratar de llevar agua a su molino.  

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y corcholata predilecta de AMLO consideró que era muy simpático utilizar a una mujer que sin duda será ejemplo de muchas jóvenes más para hacerse promoción.  

Le cuento.  

En el evento donde se le entregó la Llave de la CDMX a Katya Echazarreta, la primera mexicana en viajar al espacio exterior y tripulante de la Misión NS-21, Sheinbaum Pardo lanzó un discurso con el cual buscaba motivar a las jóvenes a perseguir sus sueños.  

Hasta ahí todo bien. Empoderar a las adolescentes es parte de su trabajo.  

En donde las cosas ya no pueden disculparse es cuando justamente frente a niñas beneficiarias de la Beca “Leona Vicario”, quienes reciben un apoyo económico del gobierno de la 4T, por alguna situación de vulnerabilidad, se “candidateó”.  

No hay nada más esperanzador, más motivador, más inspirador que escuchar a una joven de 27 años, Katya, que no es que la haya visto fácil cuando era niña(…) Que nunca nadie les diga que no pueden hacer lo que ustedes quieren ser, ¿quién quiere viajar al espacio como Katya?, ¿quién de aquí quiere ser ingeniera?, ¿quién de aquí quiere ser doctora?(…) ¿quién quiere ser Jefa de Gobierno?, ¿quién quiere ser Presidenta de la República?” 

Así el descaro de una mujer que utiliza a beneficiarias para destaparse y luego dicen que no son iguales.