Después de mi primer triatlón en 1987, al siguiente año, 1988, volví a participar, pero esta vez sin éxito. Viéndolo desde un otro punto de vista, llevaba de 1, 1; y ahora de 2, 1; es decir un 50% de eficiencia.
En 1991 participé, nuevamente sin éxito, en el triatlón olímpico de Huatulco; es decir, llevaba de 3, 1; dicho de otra forma, una eficacia del 33%. Pareciera que era el momento de “tirar la toalla”.
En 1994, volví a participar en el Triatlón de Alchichica, último que llegó a Puebla, tenía la carga de que mis fracasos eran más que mis triunfos, no obstante, tuve éxito.
Para cualquier matemático o asesor financiero, los números dirían: “mejor dedícate a otra cosa”, pero en la vida vemos que las matemáticas no siempre son exactas.
Así las cosas, en otras 3 ocasiones, dos de ellas por ponchadura, llegué a acumular 5 participaciones no exitosas; puedes llegar a pensar que efectivamente esto no es para ti, que esto no es lo tuyo, tal cual me pasó en 1988 y, entonces, el libre albedrío juega un papel preponderante, en todas y cada una de las competencias, siempre hay la opción de abandonar, solo cuando tienes tu meta “muy clara” es cuando puedes vencer todos los obstáculos.
Pero el deseo de hacer lo que uno quiere me permitió darme cuenta al paso de los años, que tenía un balance positivo, ya que después de una racha de 9 éxitos sumaba 31 participaciones mi eficacia ya era del 84%.
Llegó el 6 marzo de 2004, participación 32, en el IRONMAN de Nueva Zelanda, implicó: reponerse a las derrotas, incluso de muy al inicio de este proceso, esfuerzo físico sin duda, esfuerzo mental, esfuerzo financiero, esfuerzo anímico. Cada 8 días entrenas más y más para poder lograr que el cuerpo dé de sí; conforme avanza el entrenamiento el dolor muscular aumenta y hay que superarlo pues la siguiente semana es otro poco más.
Tras las enseñanzas de la vida, pongo a consideración, sobre todo de niños y jóvenes, que los sueños de cada quién, tienen una inversión muy fuerte para lograrlo, cada uno tiene que estar dispuesto a darlo para lograr tus metas y alcanzar tus anhelos.
Hasta dónde quiere uno llegar, qué quiere uno hacer, ¿está uno dispuesto a lograrlo?, deben ser preguntas que nos debemos responder únicamente nosotros, el meditar.
Hoy incluso no veo que hayan sido fracasos los abandonos que hubo en las competencias porque al final lo intenté, en el momento de llenar la solicitud de registro e iniciar la competencia ya se había dado un paso, lo demás son circunstancias, a esas las debemos enfrentar, y estar conscientes de que no siempre se podrá ganar, pero una derrota también será una clase de vida.