En Europa Central, empresas forestales están talando bosques y, en ocasiones, triturando árboles centenarios para la elaboración de pellet combustible con el fundamento de la energía renovable. Es un proceso legal, fomentado por subsidios gubernamentales destinados a ayudar a la Unión Europea a alcanzar sus objetivos de energías limpias, según reportaje de Sarah Hurtes y Weiyi Cai, en The New York Times en colaboración con Reforma (septiembre 17, 2022).
Las autoras señalan que, cuando el bloque europeo empezó a subsidiar la quema de madera hace más de una década, fue visto como un impulso rápido para el combustible renovable y un incentivo para alejar a los hogares del carbón y el gas. Las astillas y los pellets eran comercializados como una forma de convertir los desechos de aserrín en energía verde.
Los subsidios dieron lugar a un mercado en auge al grado que ahora la madera es la fuente más grande de energía renovable en Europa. Pero hoy, a medida que aumenta la demanda en medio de la crisis energética rusa, se están talando árboles completos para obtener energía y, cada vez hay más pruebas de que la apuesta de Europa por la madera para abordar el cambio climático no ha redituado.
Los bosques de Finlandia y Estonia, que alguna vez fueron considerados activos clave para reducir el carbono del aire, ahora son la fuente de tanta explotación forestal que científicos del gobierno los consideran emisores de carbono. Hungría eliminó ya las reglas de conservación para permitir una mayor tala en bosques primarios.
La misma fuente indica que, el Parlamento Europeo acaba de votar la eliminación de la mayoría de los subsidios a la industria forestal y prohibir que los países quemen árboles enteros para cumplir con sus objetivos de energía limpia. Solo la energía procedente de residuos de madera como el aserrín calificará como renovable y, por lo tanto, será elegible para subsidios. La madera ha calificado como energía renovable, en la lógica de que los árboles pueden volver a crecer.
Sin embargo, la mayoría de las especies de clima templado/frío como pinos, cedros, encinos, maple y otros, tardan en madurar entre 25 y 50 años. Las especies tropicales como cerdo rojo y caoba tienen un tiempo de maduración entre 15 y 30 años, aunque hay algunas que reportan periodos de 8 a 12 años.
Plantaciones comerciales de cedro rojo y caoba establecidas en la sierra nororiental de Puebla, en México, tuvieron inicio de cosecha a los 16 años, siendo un tercio más gruesos los árboles nacidos en el terreno contra las plantas de vivero de dos años de edad.
La urgencia de adoptar energías renovables para mitigar y revertir el cambio climático ha llevado a los gobiernos a buscar opciones entre la eólica, solar, geotérmica, marítima y biocombustibles como el etanol, biodiesel, metano y carbones vegetales.
En la misma lógica de los árboles que vuelven a crecer, hay especies como el bambú, el pasto árbol, que representa hoy a los bosques renovables, más rápidos y productivos.
Con vida promedio de 50 años, esta planta tropical madura desde los 2 años para usos no estructurales y entre 5 y 7 años para su utilización en estructuras de carga, sustituyendo parcialmente al acero. Cada año genera entre 12 y 18 nuevos tallos lo que permite un flujo anual de aprovechamientos permanentes de madera por más de 45 años.
Su hábito de crecimiento permite retener eficientemente el suelo y el agua, su resistencia y estructura permite incorporarse a la construcción de viviendas, bodegas, corrales, naves industriales, puentes y edificios. Más de mil millones de personas viven en casas de bambú en el mundo.
Esta planta captura hasta 30 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por hectárea al año, cuatro veces más que las plantas más eficientes. Sirve como barrera para evitar la erosión de laderas en las partes altas de las cuencas, promueve la infiltración de la lluvia al subsuelo para recargar acuíferos y es el mejor protector de las tierras ubicadas a la orilla de barrancas y ríos.
Asimismo, tiene más de 2 mil usos documentados destacando muebles, artesanías, papel, alimento, textiles, y carbón. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo denominó en 2007 la PLANTA DEL MILENIO. Es un material ligero que, por su resistencia, es llamado el acero vegetal.
Actualmente, los pellets de madera se utilizan para pisos de caballos, mascotas y como material combustible. Estos pellets pueden hacerse de bambú. Dadas las circunstancias descritas, el bambú es una alternativa para proveer energía renovable al mundo, aumentar la rentabilidad del campo mexicano, revertir el deterioro ambiental, el cambio climático y la pobreza.