Me cae de madre que habrá que tener el ojo bien pelón, en cómo se desenmaraña la truculenta historia del secuestro que habría sufrido el exgolden boy del Congreso camotero, Edgar Salomón Escorza, pos de entrada ya hay harta tela de dónde cortar.

Y es que luego que se regaran como pólvora las versiones que lo daban por desaparecido, el propio polaco pitufero terminó por confirmar que siempre sí le había caído la voladora y fue privado de la libertad.

El Edgarcito colgó en el Tuister que le había tocado la de malas, y tuvo que valerse por sus medios pa’ pintarse de colores de los malandros que lo tuvieron cautivo.

Es más, tanto así que hasta presentaría la denuncia respectiva en la Fiscalía cemitera, pa’ que toparan con los responsables y Doña Justicia hiciera su chamba.

Pero ahí no quedó la cosa, banda, pos de entrada con todo y que el Edgarcito quiso atajar la baraja y que no se especulara con su caso, la Netflix puso en la lona hartas dudas que podrían levantar suspicacias.

Pos cómo no, si de entrada se habla que pudo ser narcotizado mientras se echaba unos alipuses en un barsucho, allá por el hoyo negro en que se ha convertido San Martín Texmelucan, cortesía de Norma Layón.

La cosa se complica cuando al propio Edgarcito se le terminó de borrar el casete, de lo que pudo pasar cuando dejó el tugurio, pos resulta que ese “rinconcito de olvido” no tiene cámaras pa’ vigilar cómo se las gastan desde adentro.

Peor aún, mis valedores, tampoco se las sábanas cómo fue que sus captores se lo llevaron del antro sin patalear siquiera, como quien dice, casi casi en “calidad de bulto”.

Y si no fuera suficiente, banda, resulta que los malandros no cantaron ni con él ni con su fanta, de a cómo sería el billetazo pa’ dejarlo en libertad, aplicando la del Houdini y la de “patitas pa’ qué las quiero”, sin que los captores se dieran color.

Pa’ rematar, lo que pone a capearle a más de uno, es que desembuchara datos de gobiernos pasados, como el de los Moreno Valle y, de pasada, algunas amenazas pa’ que cante lo que sabe.

La Netflix, mis carnales, ¿qué tanto puede saber el Edgarcito pa’ que se arme toda una faramalla en su contra: seden, roben, priven de la libertad, interroguen, amenacen con rajar chipotle, y escape como todo un Mario Almada?

O ya que andamos en esas, ¿de qué lo habrán amenazado pa’ cantar, que de a solapas le tuvieron que pasar el mensaje y sin intermediarios?

Ahí de mientras habrá que esperar lo que diga la Fiscalía y pa’ dónde se mueven las aguas, no vaya a ser que el Edgarcito sigue el ejemplo del Gonzo Juárez y le estalla la paloma en la mano.

Ahí se las dejo al costo.