La marcha del domingo pasado y la que se organiza desde ya para el próximo 27 de noviembre tendrán muchas cosas en común, más de las que se imaginan. Una de ellas es que ambas presumirán el número de personas que lograron reunir, así como las fotografías para generar una “percepción” que se convierta en “la realidad”.  

Más allá de los números y los ángulos de las fotografías, el punto es que la polarización generada por AMLO ya movió a una sociedad que hasta antes de esto, parecía dormida

Todos los días, el inquilino de Palacio Nacional despotrica contra una clase media que paga impuestos, trabaja más horas que él y enfrenta preocupaciones y carencias con muchas más dificultades que las que sus hijos y él tienen para abordar un avión y viajar cada fin de semana a su crecido rancho en Tabasco.  

Hoy la división entre los mexicanos, la polarización, es principalmente entre dos grupos de personas: el ciudadano que trabaja y produce vs quienes exigen tener dinero, derechos y bienestar sin producir.  

Quienes se encuentran “beneficiados” con los programas clientelares comparten características, entre ellas, su odio irracional a quienes tienen mejores condiciones de vida.  

Si bien es imperante encontrar fórmulas para lograr una mejor repartición de la riqueza, es inaceptable que quienes viven con becas y apoyos sociales ganen más que las personas que cada día atienden jornadas de 8 o 10 horas para hacer que este país avance.  

La manipulación del bienestar que cada mañana realiza López Obrador desde su espacio han permeado al grado de que antes que las razones o los argumentos están los extremos: si estás conmigo debes pensar como yo y actuar tal cual te diga, sin protestar ni cuestionar; si dudas, preguntas o simplemente no coincides con mi forma de plantear las cosas entonces estás en mi contra.  

Esa dicotomía está generando fracturas en las instituciones, en las escuelas, en las charlas de café y hasta en las familias. Rupturas que incluso después de que AMLO deje la presidencia seguirán presentes, de ahí el riesgo de seguir polarizando al país.

La otra exigencia

Ante los desatinos y exabruptos constantes de Andrés Manuel hay quienes comienzan a solicitar su destitución, como el exdiputado morenista Porfirio Muñoz Ledo

Aunque la petición no es nueva refleja claramente el hartazgo de un sector importante de los mexicanos. Este enojo, reclamo, coraje, o desconfianza se conoce en Palacio Nacional y es justamente por eso que cada día los señalamientos y arrebatos contra la oposición, sean partidos políticos o ciudadanos sin militancia, son más agresivos

Sin argumentos y tratando de usar la mofa, Andrés Manuel intenta debilitar a quienes simplemente no piensan igual que el dictador, sin embargo, ante la falta de verdades y argumentos, lo que realmente está generando es fortalecer a sus opositores: él mismo los está engrandeciendo.

La frase de que en México siete de cada 10 habitantes están con la 4T es tan falsa como una moneda de 30 pesos, aunque él tenga “otros datos”.  

¿Se le saldrá el tema de las manos

Veremos y diremos.