El Museo Internacional del Barroco (MIB) continúa en la búsqueda de su razón de ser. Lastimado por los cierres de la pandemia Covid, arrastra carencias y limitaciones desde su inauguración. Ahora, en su búsqueda por mayor “impacto” y “difusión”, según palabras del gobernador Miguel Barbosa, apuesta por un giro a las exposiciones digitales, las cuales al fin llenan esos espacios vacíos y que, finalmente, resulta en más de lo mismo.
El próximo 12 de diciembre se llevará a cabo el relanzamiento del museo con la transformación de las tres salas dedicadas a exposiciones temporales en una “experiencia barroca digital”, de acuerdo con palabras de Catalina Ortiz Alvarado, directora de Museos de Puebla. Según comentó, esto a través del lenguaje multimedia, lo que pone al estado “a nivel de la vanguardia mundial de la museística”.
Se debe admitir que, si bien la nueva estrategia dista de los planes originales de aumentar el acervo, resultó en un giro astuto y económico ante la emergencia. Esto, luego de que Barbosa reiterara que no se destinarían recursos para la compra de arte con el objetivo de llenar un espacio que, según él, solo representa una deuda de 10 mil millones de pesos al erario, pero que “hay que hacerlo útil para el ejercicio del poder público, de la autoridad, para que la gente venga”.
Sin embargo, el cierre –aparentemente definitivo- del área destinada a las muestras temporales es reflejo de la tibia política cultural en Puebla y significa el “último clavo del ataúd” para el potencial que el recinto tiene de congregar a las comunidades artísticas de Puebla y el país, así como de acercar el arte al público. Al ser cuestionada sobre el tema, Ortiz Alvarado aseguró que artistas poblanos podrían tener representación, pero que es un proyecto que se abordará “más adelante”. Si es que tan siquiera existe una propuesta.
Con la última “reinauguración”, encabezada por la exposición de Mauro Terán y el polémico performance de lucha libre, la entonces Secretaría de Cultura de Julio Glockner tenía el objetivo de convertir el MIB en un centro cultural, cimentado “sobre el hecho que no hay barrera entre cultura ni entre arte y que todo es accesible a todos”, resaltó la profesora del Departamento de Antropología de la UDLAP, Laurence Le Bouhellec en pasada entrevista con Intolerancia. Lamentablemente, ni los medios ni el gobierno apoyaron esta visión.
A pesar de las nuevas experiencias multisensoriales, persistirá el problema del transporte público, de acervo. Conservará su carácter de espacio cerrado, perfecto para cócteles con funcionarios tras eventos oficiales y obtuso para crear diálogo con artistas y los poblanos. “Si queremos involucrar a la población de manera general, debemos tener programas que permitan que esta gente entre”, hacen eco las declaraciones de la especialista.
¿Cuántas reinauguraciones más tendrá que sufrir el Museo Barroco? ¿El famoso elefante blanco debe ser visto como un reto para la política cultural poblana o una pesadilla de miles de millones de pesos? Las futuras administraciones tendrán que analizar cuál de las opciones resulta más conveniente. Esta ya tomó su decisión.