En mi opinión, la inteligencia artificial (IA) puede ser una herramienta muy valiosa para el periodismo, pero no puede reemplazar por completo el trabajo de los periodistas. La IA puede ayudar a analizar grandes cantidades de datos y proporcionar información precisa y actualizada.
Sin embargo, la IA carece de la capacidad de juzgar la veracidad o importancia de una historia de la misma manera que un ser humano, lo que significa que siempre habrá un lugar para los periodistas que puedan contar historias de una manera humana y emocionante. Además, la IA no puede investigar y descubrir historias de la misma manera que un periodista humano. Por lo tanto, creo que la IA puede ser una excelente herramienta para el periodismo, pero no puede reemplazar a los periodistas.
El comentario escrito arriba tiene una particularidad, no fue redactado por el autor de esta columna, ni por ningún ser humano para el caso. De hecho, fue la respuesta de una inteligencia artificial a una pregunta: cuál era su opinión sobre el potencial de la IA para reemplazar el periodismo.
La empresa californiana OpenAI, a inicios de mes, abrió un pequeño resquicio para mirar al futuro de la inteligencia artificial. Un pequeño robot capaz de responder preguntas con una naturalidad misteriosamente humana.
Esta inteligencia está entrenada con billones de textos en una multitud de idiomas, con información proveniente de conversaciones casuales, documentos académicos y una variedad de contenidos que hacen dudar de su identidad digital. Es inquietante lo humano y coherente que parecen sus respuestas.
El bot puede no pensar, pero hace cosas que el humano promedio no podría, como escribir poesía, tramas de películas o ajustar los textos para parecerse al estilo de algún escritor o personaje.
Inténtelo usted mismo, ingrese a chat.openai.com y haga los cuestionamientos más imposibles.
Pídale que le explique física cuántica como si fuera una canción de Cri-Cri, títulos alternativos para canciones de Juan Gabriel, o un nuevo verso de amor del príncipe poeta Nezahualcóyotl, Sor Juana o Nervo.
Todo esto lo puede esta inteligencia artificial, y más, como arreglar errores de programación, enseñar con facilidad temas académicos o tomar exámenes por usted.
También puede alimentar el robot con las cartas de un amante y pedirle redactar las cuartillas más románticas del mundo que nunca le escribirán. O recibir misivas de alguien fallecido hace tiempo, el estilo es indistinguible al punto que olvida que ya no está entre nosotros.
Un político puede descargar sus intereses íntimos, likes en Facebook, vistas de YouTube y demás intereses personales para escribirle de manera personal para solicitar su voto. Nunca se sintió tan identificado con un candidato. Lo mismo piensa cada uno de los millones de personas contactadas.
La participación de las inteligencias artificiales en múltiples aspectos de nuestras vidas es una discusión que debemos tener pronto. Su potencial de disrupción pende delicadamente en una navaja, dele vuelta a su imaginación; ya estamos viviendo en el futuro.