Para dimensionar y aquilatar lo sucedido ayer, es necesario entender lo que llevó a miles de mexicanos en todo el país a las plazas públicas.
Y para saber hasta dónde llegará el entusiasmo de ayer, hay que hacerse una pregunta: ¿Será capaz la sociedad mexicana de moverse masivamente el día de la elección presidencial en torno a un movimiento y no a una persona?
Porque para bien o para mal, el movimiento que vimos ayer pareciera que no tiene una cabeza visible, pero sí la tiene y es nuevamente López Obrador.
Si observamos el movimiento podemos decir, sin duda, que es realmente ciudadano.
Ayer no se requirieron camiones, grupos o bandas famosas, estímulos económicos, amenazas de despido, promesas de empleo o cualquier argucia de acarreo a las que el pueblo mexicano está acostumbrado.
Sin embargo, más allá de la justificada defensa del INE, el verdadero ente movilizador fue AMLO.
No le demos vueltas, el atentado al INE tiene en la persona de Andrés Manuel al autor material de este crimen.
Si en otros tiempos se movían cientos de miles de almas para sumarse al proyecto de transformación que él representaba, ahora es justamente su figura la que movió y seguirá moviendo a cientos de miles dispuestos a impedir su permanencia en el poder.
Los números son muy simples. Si partimos de la base de que la lista nominal es de 90 millones de mexicanos, en números redondos, y que en la próxima elección federal podría participar el 65 por ciento, tendremos alrededor de 60 millones de votantes.
Si por AMLO votaron 30 millones, de los que se calcula que 10 millones han desertado a su afinidad con el movimiento de la 4T, bastará con que en 2024 voten más de 30 millones en contra del candidato de AMLO, para sacar al lopezobradorismo del Palacio Nacional.
Y lo que parece muy simple, se convierte en una gran complicación: ¿por quién diablos van a votar los opositores y detractores de AMLO?
¿Serán capaces de movilizarse como ayer en torno a un candidato, sin importar su nombre, militancia o género?
Sí parafraseando a Maquiavelo, el fin justifica los medios, entonces a esos mexicanos que no quieren otro sexenio de lopezobradorismo, no tendría que importarles quién sea el candidato de la oposición si no aplastar al candidato de la continuidad lopezobradorista.
¿Están los mexicanos opositores a la 4T preparados para ceder intereses, matar las ambiciones y sumar sin chantajes?
¿De verdad ese movimiento opositor tendrá la madurez para alcanzar el objetivo a costa de lo que sea, incluido el interés propio?
Quisiera creer que sí, pero su ADN me dice lo contrario.
Veremos y diremos.