Estrechar manos, saludar, sonreír, caminar varios kilómetros diarios entre los pasillos de la sede del Senado y recibir decenas de visitas, se ha vuelto un día común para Alejandro Armenta Mier.

La semana pasada, tuvimos la oportunidad de entrevistarlo en el recinto donde se operan las decisiones que repercuten en todo el país.

En el pleno del Senado, donde sigue su lucha en la promoción y protección del litio, pronunció su importancia ante sus pares.

De ahí inició una especie de maratón.

Grandes caminatas sin salir del recinto.

Los recorridos son similares a las que emprende en sus giras por los municipios.

La diferencia es que estrecha manos entre pasillos, en una labor legislativa.

Recibe a decenas de personas, desde senadores, hasta poblanos.

Incluso le dio unos minutos a Beatriz Paredes.

Como la priísta, todos llevan un motivo distinto o algunos solamente para brindarle su apoyo.

Siempre a paso veloz, camina Armenta para dar desde rueda de prensa, hasta recibir un grupo nutrido de más de 30 personas de Acatzingo.

Habla con ellos varios minutos a puerta cerrada.

Pero ni así se evita que se escuchen afuera los gritos de “¡Armenta gobernador!” y el ya característico “¡Si se puede!”.

Se deja apapachar.

Luego, en su oficina ya lo esperaba el expresidente municipal de San Pedro Cholula, Luis Alberto Arriaga Lila.

Al salir, lo presenta a su equipo de trabajo, como un nuevo integrante.

A mitad de la entrevista la corta, tiene que regresar al pleno.

Luego, se seguirá la plática.

Sin quitarse siquiera un momento su saco azul, emprende otra vez caminata veloz al pleno del recinto legislativo.   

Claro, aprovechó el lugar para sacarse unas fotografías con Arriaga.   

A lo lejos, la senadora poblana Nancy de la Sierra y comadre de Luis Alberto, los miró expectante, como recordando cuando eran amigos.

En su camino aprovecha Armenta para hacer un video para Tik Tok.   

En el elevador hay un susto al quedarse parado unos segundos, “nada nos detendrá”, dice en broma a su equipo, quienes calzan todos tenis.   

Ahora, es esperado hasta el otro lado del edificio, por no menos de tres decenas de médicos poblanos.

A cada uno estrecha su mano y saca decenas de fotografías.   

Las mismas porras regresan.   

-¿Así es todos los días?- pregunto.  

-Hoy es tranquilo- responde.   

Sentado en una curul, señala que en la vida hay que decretar.

Sin cámaras o micrófonos me mira fijamente: “Porque voy a ser gobernador”, dice vehemente.   

¿Será?

Lo cierto es que aún se vislumbran muchas más caminatas.