Zapes por debajo de la mesa han dominado las pláticas entre las representantes comerciales de México (Raquel Buenrostro) y Estados Unidos (Katherine Tai) en la discusión del comercio binacional de maíz biotecnológico.
Obviaré el enojo que pueda causarle la siguiente declaración: México puede ser la cuna del maíz, pero es en Estados Unidos donde se perfeccionó como cultivo. Suena feo, pero México se ha dormido en sus laureles en absolutamente todos sus históricos agrícolas.
Ora vainilla, ora algodón, ora cacao, ora tabaco y un larguísimo etcétera. Milenios de desarrollo para que una visión primitiva del campo nos hiciera perder esos potenciales en los últimos 150 años. Tristísimo.
Vale la pena recordar que en el panel de controversias que inició Estados Unidos por la prohibición de importación de maíz transgénico, México tiene todas las de perder, puesto que no existen argumentos científicos o técnicos para demostrar que el maíz transgénico es dañino en su consumo; además de que estamos atados umbilicalmente a través del Tratado de Libre Comercio. Es lo que es.
Al contrarreloj le puede poner 180 días, que es el plazo que tendremos para ponernos de acuerdo. Si no lo logramos se convoca un panel de expertos donde, de nuevo, tenemos todas las de perder.
La realidad es que el asunto no es de defensa a la soberanía alimentaria o protección del patrimonio biocultural. Es político. De este lado AMLO está envuelto en la bandera política del nacionalismo agropecuario, una reverenda tomada de pelo, mientras que del otro lado Biden no quiere perder el favor del poderoso voto de la franja maicera y sus bolsillos repletos. Votos, lo único que le puede ganar a pesos y centavos.
Cada niño mexicano crece con un mantra “México es un cuerno de la abundancia, solo mal distribuido”, pero la realidad es más complicada. Especialmente si suma las realidades socioeconómicas y de infrestructochor, como diría Peña Nieto.
Haga esta reflexión. La tonelada de maíz de EUA a Yucatán sale por debajo de los 750 dólares, pero esta opción quedaría prohibida con el decretazo presidencial. Las opciones que quedan son traerlo de Sinaloa, doble del costo, o de Sudáfrica, cinco veces más caro. Primero los pobres… pero para morirse de hambre.
Recuerde que las cosas se vienen harto complicadas este año, en todo, pero más para el maíz. Para este ciclo una de cada diez parcelas de maíz blanco no se sembró. No estamos para ponernos a jugar a las venciditas en un tema tan importante como la piedra fundamental de la alimentación nacional.
Importante recordar que si México pierde la discusión sobre el maíz puede perder por partida triple. Se puede montar en su macho de prohibir el maíz biotecnológico y poner en peligro la alimentación del país, pero a esto se sumaría una enooorme multa sobre los productos estrellas de exportación como aguacate, jitomate, cerveza o tequila.
Si nos vamos a la mazorca más grande el premio lo lleva un alegre agricultor de Jala, Nayarit, pero en estas venciditas AMLO se topará con quien la tiene realmente más choncha. No recomendable.