Quien de plano sigue hundiéndose en su propio lodazal politiquero es la alcaldesa de Izúcar de Matamoros, Irene Olea, pos no deja de mostrar incompetencia y revanchismos, tras las agresiones de sus policletos contra dos periodistas.
Pos resulta que la Irenita, ya de a tiro por viaje, cada que intenta salir a “calmar las aguas” por las fechorías de sus orangutanes municipales, termina exhibida como todo, menos como autoridad.
Y es que la morenista nomás se la pasó encendiendo la mecha y haciéndose de la vista gorda, luego que explotara la bomba de cómo son gandallas e hijos de su chiflada máuser, los mismos policías de Izúcar.
Primero, lo negó, hizo como que no pasaba nada, y hasta presumía a los cuatro vientos que nomás levantaría un dedo, si es que Doña Justicia se lo pedía, antes, nel.
Luego se la siguió llevando campechana, sin prisas, creyendo que las aberraciones que andaba solapando no iban a llegar lejos y, hasta en una de esas, hasta le terminaba aplicando la dormilona.
Es más, cuando se dio color que sus desplantes y palabrerías burlonas calaban más fuerte que sus miraditas rencorosas, no le quedó de otra que ponerse en las fachas de una víctima polaca.
Pero luego se inventó la madre de todas las jaladas pa’ justificar su penosa actuación: hacer la chillona que todo es un complot en su contra, orquestado por Melitón Lozano.
Y es que la Netflix, la Irenita no deja de ponerse el pie ella sola, pos a la de a Wilbur se nota que le falta puro oficio de gobierno, sino cómo entender que tardara más de dos semanas, pa’ dar mínimo la cara.
Nel, mis culebras, o ¿por qué no separar a los orates municipales e investigar desde las entrañas del ayuntamiento qué transa con sus agresiones y dejarle a la Fiscalía camotera toda la chamba?
De ese tamaño el cochinero que permite la Irenita, como pa’ luego dársela de muy víctima de las circunstancias.
Pa’ rematar, cada vez le está llegando el agua al cuello y el mismísimo góber, Sergio Salomón, ya la cantó sabroso: se llegará hasta las últimas consecuencias.
Y es que el chico jalón de orejas deja mal parada a la alcaldesa, que ya se sentía “curada en salud”, nomás por andar haciendo el perro oso de aplicar la cortina de humo.
Es más, mis valedores, además habrá que estar bien pilas, pos hay que sumar las medidas cautelares que la CEDH emitieron en su contra, por vulnerar los derechos humanos de las periodistas.
A este paso, la Irenita camina derechito al despeñadero y no se ve ni cómo libre su propia incompetencia.