Donde no termina el Calvario de malos tratos, falta de médicos chingones y atención de calidad pa’ los derechohabientes, es en el hoyo negro del IMSS La Margarita, pos ya de a “tiro por viaje” no deja de ser una verdadera “ruleta rusa” donde el que “no cae, resbala”.
Y es que la banda no deja de estar hasta la madre de todas las chifladeras que debe enfrentar, nomás pa’ cuidar la salud, caerle a consultas y hasta sacarse unos mentados análisis. Nadie en su sano juicio quiere caerle a La Margarita por gusto sino por mera mera necesidad.
Y encima de todo, tener que ver las jetas del personal, que ya no topa quién se las hizo, sino quién se las paga, sin importar que se lleven entre las patas a morritos, mujeres de todas las edades y hasta abuelitos.
Es más, no hay inventar el “hilo negro” porque todos ya saben cómo opera La Márgara pos nomás pa’ darse un quemón en los consultorios no paran los malos tratos y regaños pa’ los adultos mayores.
Tanto así, mis culebras, que salen echando la lágrima solitaria de todas las sandeces que les reclaman, nomás por llegar de a solapa y no saber a quién reclamarle.
Como quien dice, apenitas los marcan solos y como verdaderas sátrapas se les lanzan al cuello, o de plano las horas de espera que deben aguantar los chambeadores pa’ los mentados análisis clínicos.
Por eso, a la de a Wilbur, no sorprende que el mentado Módulo de Contraloría Ciudadana, que tanto han cacareado los panistas cemiteros, haya registrado un chingo y dos montones de denuncias y quejas.
Nomás, de entrada, en el último mes hubo 754 incidencias, de las cuales, banda, más de 650 corresponden a puras denuncias por las chicanadas que han tenido que aguantar los derechohabientes.
Y ahí no queda la cosa, pos entre las quejas que son más recurrentes entre los trabajadores de a pie, está el tiempo que se tienen que soplar pa’ entrar a una consulta general.
Si no fuera suficiente, mis carnales, habrá que sumar las carencias de medicamentos, y ahí que le hagan como puedan, pos en la farmacia nomás se “lavan las manos” y los mandan de retache con el médico pa’ cambiar la fórmula.
O de plano, tener que pagar por fuera y dar por perdidos sus morlacos, a costa del salario mínimo y apretarse el cinturón pa’ salir librados de las garras de La Márgara.
Y pa’ rematar, el colapso diario que enfrentan los enfermos, que no les queda de otra que esperar ser atendidos en pasillos, a costa de médicos y enfermeras que no pueden dar un paso más.
¡Ah, pero qué chingón es estar a un paso del servicio médico de Dinamarca!
Ahí se las dejo al costo.