En lugar de que los panistas estén diseñando una estrategia de unidad para poder enfrentar a Morena y sus aliados en 2024, sobre todo porque sí tienen un candidato competitivo, en las últimas dos semanas, los blanquiazules de Puebla han comenzado a atacarse entre ellos, con una rudeza innecesaria.

Sin darse cuenta, la guerra intestina que iniciaron beneficia -paradójicamente- a sus mayores adversarios, quienes se relamen los bigotes viendo como entre ellos se destrozan.

Están tan metidos en su pleito casero, que al parecer los panistas no se dan cuenta que el punto débil de Morena, es justamente la disputa que mantienen tres de las corcholatas locales.

Y lejos de capitalizar esa división interna, decidieron enfrascarse en una batalla estéril.

Para nadie en el estado es un secreto la pelea que sostienen los primos Alejandro Armenta y Nacho Mier, disputa a la que se está sumando Julio Huerta.

En otro frente, también morenista, hay al menos cuatro mujeres peleando para ganar la citada “encuesta”: María Luisa Albores, Olivia Salomón, Claudia Rivera y hasta Lizeth Sánchez, quien ve en la posible negociación, un resquicio para ser la beneficiada con la benevolencia de López Obrador, a quien “destapó” en 2012.

Sin embargo, en Acción Nacional, las alternativas son mucho más claras. Si apuestan por un hombre, sólo hay un nombre: Eduardo Rivera Pérez, quien ha sido dos veces presidente municipal de Puebla, diputado local y federal y hasta presidente del partido; en otras palabras, tiene todas las cartas que le permiten aspirar a la candidatura al gobierno del estado.

Si bien es cierto que, en la alianza con el PRI, Acción Nacional tendrá que ceder espacios, ya sea la presidencia municipal de Puebla o la primera fórmula de la senaduría, el PAN llevará mano en la mayoría de las candidaturas.

Luego entonces regresamos al inicio, ¿por qué los panistas se están peleando entre ellos en éstos momentos?

Son tiempos en los que liderazgos como el de Ana Teresa Aranda, Genoveva Huerta y hasta la senadora Nadia Navarro deberían sumarse para recorrer juntas el estado, generar presencia y fortalecer los lazos en el interior del estado.

La disputa pública que han ventilado los panistas en redes sociales y medios de comunicación, insisto, sólo favorece a Morena y pone en riesgo no sólo la gubernatura, también, otros cargos públicos como las senadurías, las diputaciones locales, las federales, las presidencias municipales y hasta las regidurías.

¿Podrán los panistas entender que la batalla es contra los de enfrente y no entre ellos?

Veremos y diremos.