A mitad de esta semana será presentado –presuntamente– el conjunto de datos e informaciones agropecuarias más importantes en quince años. Nos referimos por supuesto a los resultados del Censo Agropecuario 2022, mismo que se levantó en el país entre el junio y noviembre pasados.
Decimos “presuntamente” ya que los tiempos alrededor del censo agropecuario no siempre se han respetado. Tome en cuenta que el censo estaba mandatado para repetirse cada diez años, que el último que tuvimos fue en 2007, y le saldrán las cuentas de cinco años de atraso.
Estas respuestas que dieron cuatro millones de unidades productivas agrícolas, ganaderas y forestales son más que una base de datos más. Son el fundamento para las políticas agropecuarias nacionales y por supuesto estatales. Los datos serán una fidedigna radiografía de cómo está el campo de Puebla.
Con diecisiete años de diferencia entre datos tendremos información de cómo se conforman las unidades de producción en cuestiones técnicas como el uso de riegos especializados, fertilizaciones, semillas mejoradas o la mecanización de sus procesos, así como información sociodemográfica de los productores.
Para Puebla algunos números serán espejo de las dinámicas sociales alrededor del campo. Por ejemplo, la cantidad de superficie dedicada a labores agropecuarias o forestales (poco más de 1 millón de hectáreas), o la escolaridad de los productores (con 1 de cada 3 sin algún grado de estudios).
Existirá otra numeralia más técnica que comparar. Como que en riego 72 de cada 100 unidades lo realizaban a través de canales de tierra, lo que conlleva las mayores pérdidas de agua por la filtración al suelo. Mientras, apenas once de cada cien agricultores usaban semillas mejoradas.
Los puntos de partida para Puebla no son los mejores, aunque entre el censo anterior a la fecha el campo poblano ha tenido una transformación importante, reflejo de las políticas públicas de nueve gobernadores poblanos. Será cosa de esperar los resultados, publicados por INEGI, para poder hacer una análisis de donde estamos y a donde queremos ir.
Resabios de la ceniza
Conforme la actividad del volcán comienza a disminuir –esperemos–, las secuelas de la erupción de ceniza de Don Goyo comienzan a sentirse. Si bien en algunos lugares las afectaciones no serán más que unas tolvaneras por varios días más, para la agricultura los daños pudieran ser fatales.
La Secretaría de Desarrollo Rural estatal, que decía el miércoles pasado que las afectaciones agrícolas podrían no ser tan graves, para el viernes ya se encontraba realizando recorridos para identificar posibles daños en cultivos. Poblaciones como San Pedro Benito Juárez, una de la más cercana al volcán con menos de doce kilómetros ya acusó de una importante pérdida en sus cosechas.
El Popocatéptl sin duda es la fuente de fertilidad del valle poblano, con el depósito de materiales del volcán como fertilizantes naturales. Pero faltarán varios años para recoger esa fertilidad. Mientras el gobierno tendrá que mostrar respaldo para los afectados inmediatos de Don Goyo.