La basura de un hombre es el tesoro de otro es una gran frase para describir… a la propia basura. Hay mucho material con qué trabajar, cada mexicano genera 1 kilo de residuos al día. La suma total del país al año da unas 42 millones de toneladas, una cantidad tan absurdamente grande como lo es absurdo su desaprovechamiento.

El reciclaje es quizá el oficio más asociado con los residuos urbanos. Y es que hay negocio, 14 de cada 100 toneladas se reciclan, y en volumen sí sale. En nuestra entidad tenemos para trabajar 6 mil toneladas de basura ¡diarias! Los precios no son malos. Un kilo de latas de aluminio se compra a treinta pesos, mientras que uno de PET va por la mitad y el kilo de cartón de a cinco pesos.

Pese a la magnitud de la industria los trabajadores claves –los pepenadores– viven en el limbo que representa un trabajo informal. Aunque esto está cambiando. Al menos en Puebla capital fue aprobada la figura laboral de “personas recolectoras” y la integración del padrón de recicladores voluntarios. Más de mil seiscientas personas ya se han registrado.

La basura en Puebla capital parece vivir una actualización al presente, pues además de figuras legales incorporará tecnología y capacidades. Como el uso de trituradoras automáticas para crear “pacas de basura” y disminuir el volumen de los desechos. Esto permitirá que en algunos puntos pasen una vez al día, en vez de las cuatro actuales.

No obstante, la otra jugosa tajada en el pastel de la basura38 de cada 100 kilos– son los residuos orgánicos. Es decir, aquello que se pudre. Y lo que entra en descomposición despide gases. Gases que se pueden capturar de los rellenos sanitarios para quemar y producir electricidad o alimentar motores directamente. Estos gases suelen ser catalogados como gas natural renovable.

El beneficio viene por partida doble. Se obtiene electricidad y evita que los gases de efecto invernadero lleguen al aire. En Puebla al año los rellenos sanitarios emiten dióxido de carbono equivalente a lo que pueden capturar 900 hectáreas de bosque.

Lamentablemente esta energía generada de manera sustentable es apenas una gota de agua para saciar la voraz sed eléctrica de un estado como Puebla.

Una línea de vida para Puebla –y otros cuatro estados– es la central nuclear de Laguna Verde, en Veracruz, con dos generadores que producen las veinticuatro horas un flujo constante de electricidad. Casi 5% de toda la energía del país, que no suena a tanto, pero es un mundo.

Cuando esta central energética se encuentra comprometida de alguna manera el Sistema Eléctrico Nacional entra en alerta. Y usted no querría oír alerta y nuclear en la misma oración, pero justamente lo que sucedió el miércoles pasado, cuando los dos reactores salieron de trabajo por una parada rápida de emergencia. Esto se suma a un accidente con uranio hace tres años, un incendio hace dos, y un sobrecalentamiento el pasado. Mejor perfeccionamos sacar electricidad de la basura en caso de un apocalipsis nuclear en este sexenio, por si acaso.