Es fascinante presenciar cómo un gobierno puede proclamar fervientemente una cosa en un momento y luego, apenas unos meses después, hacer una completa reversión, como si el olvido y la incoherencia fueran parte de su estrategia de gobernanza. O sería fascinante si estas decisiones no fueran en detrimento de los agricultores de este país, y por añadidura los que comemos gracias a ellos, que somos todos los mexicanos.

A inicios de año los alimentos iniciaban una galopante escalada en costos, especialmente por los incrementos en los energéticos ante las coyunturas internacionales. En ese contexto se buscó congelar los precios de la tortilla, con medidas como meter un impuestazo de 50% para la exportación del maíz blanco. La lógica era que si se queda el maíz en nuestro país su costo no subiría.

Desde hace un mes el gobierno se estaba tronando los dedos a que llegara el 1 de julio, cuando el decreto expiraba. ¿Por qué? La respuesta la encontrará en 4 millones de toneladas de maíz sinaloense que no tienen comprador y van como fichas de dominó a meternos en tremendo brete.

Vea este caso. El gobernador sinaloense Rocha Moya tuvo que comprar 500 mil toneladas para bajar un poco la presión social, con un pequeñísimo detalle: no tienen idea de qué hacer con el maíz equivalente en peso a ochenta mil elefantes. No hay industria o programa social para darles salida en nuestro país sin una competencia desleal, que empeoraría todo un poco más. Así que había que mirar fuera. Y eso significa solo una cosa en este sexenio: Cuba y Venezuela.

A primera hora de lunes pasado una comitiva se reunió con los embajadores de Venezuela y Cuba en nuestro país para convencer a sus gobiernos de adquirir dicho maíz. A la par, el secretario de agricultura federal, Víctor Villalobos, se reunía con su similar vinotinto. Aunque hay un detallito. ¿Con qué ojos mi tuerto divino?

Ambos países caribeños tienen unas arcas públicas más famélicas que perro de rancho, sumados a sendas limitantes internacionales para el comercio internacional. Afortunadamente los gobernantes latinoamericanos son más cabrones que bonitos, por lo que siempre hay una manera.

Desde hace un par de años el gobierno federal, más bueno que el pan, comenzó un programa de ayuda humanitaria con Venezuela, donde se envía maíz a cambio de barriles de petróleo. Esto lo sabemos gracias a las filtraciones de SEDENA y #GuacamayaLeaks, donde se revela que hasta 30 millones de barriles de crudo por 210 mil toneladas de maíz estarían involucrados.

¿De dónde salió el maíz enviado? De SEGALMEX por supuesto, ese ente de gobierno con 20 mil millones de pesos en observaciones por irregularidades. Seguridad Alimentaria Mexicana, por cierto, será encargada de mover 1.5 millones de toneladas a través de sus tiendas DICONSA de Sinaloa hacia el centro del país.

Cuba, con respeto a José Martí, está aún más jodido, pues no tiene nada que vender más que piedras. Justo lo que le estamos comprando como balasto para el Tren Maya, a sobrecosto y de manera innecesaria. Bendita caridad. No pueden ser más pillos porque el día solo tiene 24 horas.