Oficialmente las campañas no han comenzado ni siquiera las precampañas, sin embargo, el disparo de salida que desde hace meses lanzó el presidente Andrés Manuel ya está causando estragos entre los “adelantados”.
Aunque las corcholatas presumen la supuesta unidad y siempre están llamando a la misma, la realidad es que se trata de un concepto hueco para quienes aspiran a ganar la encuesta, quedarse con la candidatura oficial de Morena y suceder a López Obrador.
Entre las y los suspirantes del partido guinda, el fuego amigo ha sido mucho más fuerte de lo que solíamos ver en los anteriores procesos electorales, podríamos hablar de un nivel atómico.
La inquietante muerte de un operador político de Adán Augusto, la semana pasada, así como el asesinato de otro operador, pero de Marcelo Ebrard, demuestra que en Morena no se andan con bromitas y que se llevan muy pesado.
La ambición de quienes ya se consideran gobernantes o de quienes no quieren soltar el poder es mayúscula, eso aunado a las alargadas “no campañas”, es el combustible perfecto para generar daños de dimensiones inesperadas.
Onda pega en la Angelópolis
En Puebla, el reflejo de los vicios nacionales está presente. Acabamos de ver el caso de José Luis García Parra, quien hasta ayer era asesor del senador y corcholata local, Alejandro Armenta.
Y digo era, en pasado, por la renuncia que presentó luego de que la presunta devolución de su Audi R8 no bastó para mermar el escándalo suscitado.
“Esto es parte de una estrategia, ya no saben cómo atacarnos, lo hacen de diferente forma, de manera sistemática. Yo entiendo que es parte de la estrategia que ellos tienen, por el posicionamiento y el respaldo que tenemos de las y los poblanos. Lo tengo muy claro”, así tuvo que salir Armenta Mier a deslindarse en el Senado de una bomba que debió salir desde el interior de Morena… no hay más.
Ya el costo del vehículo, que si fue a crédito, de contado, que si se puede devolver o no, es, a estas alturas, lo de menos. Lo verdaderamente importante era generarle una abolladura al búnker de Armenta.
Sin duda la guerra interna entre los morenistas, que ha pasado de las lanzas y las bolas de fuego a las bombas atómicas, está a dos pasos de convertirse en nuclear.
Los hechos de las últimas semanas nos hacen ver que no se trata de ganar en buena lid ni ser el mejor perfil. El objetivo, muy contrario a la unidad que pregonan en sus discursos públicos, pareciera que es destruir, aniquilar y exterminar a los adversarios.
¿Cuántas bombas más se lanzarán entre ellos y cuántos ataques podrán -literalmente- sobrevivir?
Veremos y diremos.