En qué paupérrimo concepto tendrá el Instituto de la Juventud de Puebla, a cargo de Karla Martínez Lechuga, a la chaviza que, pa’ celebrar la etapa de la flor de la vida, se arman eventos que podrían promover todo, menos la mismísima juventud sana.
Y es que pa’ prueba un botón, mis carnales, pos será el próximo 29 de agosto en el Auditorio Metropolitano cuando en un intento chou-conferencia, se presente un cartelazo que deja un chingo y dos montones de dudas.
Usted sabe que su valedor es lo menos mocho del barrio y nomás usa el meritito sentido común.
Me cae de madre que en medio del pinche clima que vivimos a diario en todas las calles, colonias, chantes y todo lo que se acumule, o la violencia desmedida que arrasa parejo, mínimo habría que echarle coco al mensaje que se quiere dar.
O qué, ¿por un lado se combate el acoso, las agresiones de género y se echan los kilos pa’ la igualdad sustantiva, y por otro se les pone un pedestal a quienes representan lo contrario?
Por ahí empieza la cosa torcida, si lo que se debe topar en la chaviza son justamente los valores de la rectitud, la chamba maciza, primero la fanta, la honradez y el respeto pa’ todos, por igual.
Y aquí es donde su héroe de barrio se pregunta: ¿cómo chingados Facundo o Juan Pablo Escobar, hijo del impresentable Pablo Escobar, tienen los tamaños pa’ ser ejemplos de los jovenazos camoteros?
En el caso del Facundo a sus 45 añotes, como que ya está canijo que le crean la imagen de morro. Pa’ las nuevas generaciones el Facundo no tiene peso ni pluma pa’, siquiera, dar un mensaje positivo a la banda, pos a la de a Wilbur su época de gloria fue allá por los 2000 y con personajes que se pitorreaban de la igualdad y respeto a las mujeres.
Y si a esas vamos, qué decir de Juan Pablo Escobar, a sus 46 años, ¿a poco la vieja confiable de “no importa el pasado, sino qué haces con el presente” va a ser el lugar común de la “conferencia”?
Nel, banda, el contexto colombiano es un chingo diferente al nuestro, y la Netflix, las historias de superación pa’ la chaviza deberían de ser de este lado, con gente conocida, la suerte a todas luces y no la “lucha contra el destino” extranjero.
Si estos mensajes son poderosos y no son únicamente el reflejo glamuroso de un live, deben enseñar a los morros lecciones valiosas y no dejarse llevar de nombres por nombres.
¿O qué? ¿Del mendigo Jaime Duende ya nadie se acuerda?