En este momento los legisladores poblanos deberían estar repatingados en los mullidos sillones del amplísimo congreso trabajando, aunque patearon el bote de las obligaciones para mañana. La razón es de peso, pues es la comida de inicio de la Temporada de Mole de Caderas del Gobierno del Estado.
El platillo será degustado por legisladores, gente de los medios, y otros invitados en la Hacienda La Carlota, por los rumbos de Tehuacán agarrando hacia Ajalpan.
La tradición buscará vender entre diez y doce mil chivos –con el equivalente juego de caderas– con una derramada esperada arriba de los cien millones. Con esos tantos chivos se pueden preparar unos 70 mil platillos, vaya y haga suyo a uno.
Leges, aqua et panis.
El fin del año legislativo es nuestro reflejo. Un reflejo de la prisa por aparentar que se hace algo, mientras en realidad, se hace muy poco. Con prisas por promulgar leyes o enviarlas a la congeladora, todo en nombre de la conveniencia política.
La Ley General de Alimentación Adecuada y Sostenible, que le platicaba hace unas semanas había superado el Senado, por fin superó el escollo de la Cámara de Diputados al ser aprobada en lo general. Tan solo pasaron cinco legislaturas desde que se aprobó como proyecto en el lejano 2013.
Esta ley es un marco general a la que hay que desarrollarle todo un andamiaje legislativo y operativo para hacerla funcional. Pero una probadita de lo propuesto: alimentación dada por espacios escolares, comedores comunitarios, proveeduría a bajo costo para los más necesitados, servicios de atención para la lactancia, etc.
Si le resuenan en disonancia los saqueos SEGALMEX, desaparición de estancias infantiles, disminución en programas de desayunos escolares, o la erradicación de escuelas de tiempo completo con alimentos a las propuestas de la ley pura coincidencia.
Tan solo un elemento es más importante que la comida y es el agua. Sin el primero sobrevives semanas, sin el segundo no pasas del par de días. Hablamos de la temida propuesta que busca sustituir la vigente Ley de Aguas Nacionales del 92.
El proyecto de dictamen para expedir la Ley General de Aguas se soltó ayer, filtrado por todos lados del Senado, partiendo de la comisión responsable, la de Recursos Hidráulicos.
Usted pensaría si una ley de aguas la está checando una comisión de recursos hídricos el proceso llevará coherencia técnica y legislativa. Pero recuerde que hablamos de nuestro congreso.
El dictamen presenta incongruencias aquí y allá. Un ejemplo. Establecer un límite quinientos mil metros cúbicos para las concesiones individuales, para después aplicar restricciones a los permisos de arriba de quinientos mil, esos que no existen.
Podrá pensar que un error aritmético no es para tanta exageración, y tiene razón, en parte porque no tenemos idea de la congruencia técnica de lo que se menciona… el dictamen final nunca se envió a CONAGUA. Ni a Hacienda para asignarle recursos. Ni a SEMARNAT para empatar cosas o SEDATU para el desarrollo conjunto.
A nadie. Bueno, solo a la Comisión de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, que hizo un especial énfasis en su desacuerdo en que solo los hayan consultado a ellos. Que no les avienten la bolita, dijo políticamente la senadora priista Beatriz Paredes. El año legislativo termina hasta el 15 de diciembre, por lo que queda tiempo para que nuestros legisladores hagan y deshagan al pan y el agua con sus bienintencionadas leyes.