Entre los límites de Puebla y Veracruz, en los fértiles terrenos que forman los valles de Perote y Guadalupe Victoria, se asientan casi dos decenas de granjas porcícolas. Existen muchísimas más, pero estas son las que pertenecen a un conglomerado en el ojo de un huracán público, responsable de producir 1 de cada 10 cerdos nacionales.

En un país donde el inventario es de 19 millones de cabezas de cerdo —a 87 mil millones de pesos de valor— los problemas que atraviesa Granjas Carrol no son poca cosa. Aunque, como siempre, hay que poder leer entre todas las líneas. La línea de tiempo más reciente se resume así.

Un grupo se inconformó contra Granjas Carrol por contaminaciones ambientales, cerrando hace cosa de dos semanas la carretera federal Puebla-Veracruz, y las instalaciones porcícolas por una semana. Semana donde el gobierno morenista de Cuitláhuac García ignoró al ayuntamiento priista de Perote.

Y cuando el gobierno estatal de la entidad vecina intervino, los mandó a reprimir, matando a dos manifestantes en el proceso, lesionando docenas; resultando secuestrado por los pobladores el presidente municipal peroteño.

Como consecuencia, el gobierno veracruzano anunció que va a extinguir a la Fuerza Civil, la dirección especial de policía encargada de la brutal represión, y mandó a clausurar la planta porcícola de Perote, al encontrar daños medioambientales; siendo liberado el presidente municipal, que casi se nos moría de una descompensación de salud.

Pero las cosas no son así de claras, comenzando con los manifestantes, el grupo de Movimiento en Defensa del Agua de la Cuenca Libres-Oriental.

Este grupo surgió en 2015 en el municipio poblano de Ocotepec, donde la llegada de la fundación Living Water, respaldada por FEMSA (la embotelladora de Coca Cola), les hizo creer correctamente la posible instalación de industria en la zona.

La causa rápidamente se degeneró, convirtiéndose en un grupo con fines más allá de la defensa del agua. Para 2017 más de cinco presidencias municipales de la zona habían sido involucradas, incluyendo dos penosos incidentes en Nopalucan, argumentando depredación medioambiental para la instalación de Audi en San José Chiapa. Audi claramente quedó instalada y el grupo encontró un modus en este tipo de presiones sociales.

Ahora no solo las automotrices estaban en el radar, también las agroindustrias. Fresas, frambuesas, cerdos, pollos, y demás hortalizas. Con una fantástica historia que involucra a Vicente Fox yéndose a sembrar brócolis a Cuyoaco… el movimiento creó a su chivo expiatorio favorito: los cañones antigranizo.

Esta presión como modo de vida encontró acomodo hasta la llegada de Sergio Salomón, quien encargó una investigación para hacer que el gobierno esté del lado de la verdad y el pueblo. Sus palabras son claras: «Se debe actuar con razón y bases científicas», «lo que está pasando con el cambio climático, las condiciones de estiaje».

¿Cómo sabemos que el movimiento en defensa por el agua se ha degenerado a tal punto? Pues el propio presidente municipal de Perote cuenta como todo el pueblo fue incendiado narrativamente por ellos, al llegar con relatos de empresas transnacionales saqueando sus recursos. Buscando los acólitos y fuentes de financiamiento que ya no encuentran en Puebla.

Granjas Carrol y la empresa detrás, AMSA (Agroindustrias Unidas de México), están lejos de ser peritas en dulce, paladines del bienestar animal o la protección medioambiental; a una distancia semejante a la que ahora tiene el Movimiento en Defensa del Agua de proteger los recursos hídricos y la soberanía de la tierra (sic). Lo describió afinadamente el gobernador poblano: «Llamado a la prudencia porque lo de menos es echar el fuego, pero después a ver quién apaga la paja».