Aquella frase icónica de Andrés Manuel, mandando muy lejos a las instituciones, está a punto de materializarse.
Mañana viernes, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados tiene una cita. Se prevé la discusión del dictamen a la reforma constitucional que elimina siete órganos autónomos.
En la lista de los órganos a desaparecer están algunos que no han tenido tanto protagonismo, que eso no es igual a decir que no sirven o que carezcan de una importante labor.
El Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación; están en la lista.
Hay otros dos que han sido el dolor de cabeza del presidente. El primero de ellos es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, que por más que le metieron mano a la metodología y pese a las grandes presiones que vivió, jamás pudo darle la razón a AMLO.
Al contrario, el Coneval denunciaba lo que es obvio: la pobreza en México aumentó pese a los apoyos sociales, las becas y pensiones.
Regalar dinero a diestra y siniestra no compensa el enorme gasto que representa para los mexicanos atenderse cuando enferman. La pobreza multidimensional, justamente mide qué tan real es el acceso a la salud y todos sabemos, hasta los propios morenistas, que haber creado el Insabi, para luego desaparecerlo, es una enorme losa para quienes requieren servicios de salud en el sistema público.
El acceso a la educación superior, así como la deserción escolar son otras de las variables que se incluyen a la hora de medir la pobreza multidimensional. Y pese a las becas, o quizá por ellas, cada vez más niños y jóvenes abandonan las aulas.
Por más que intentaron maquillar las cifras, el Coneval se volvió un enemigo a combatir. Así en lugar de mejorar lo que se puede medir o aplicar políticas públicas que ayuden a que más mexicanos salgan de la pobreza y la pobreza extrema, el gobierno de AMLO engrosó el número de mexicanos que hoy tienen carencias. Por eso AMLO apuesta a desaparecer al organismo que prende las alarmas.
Transparencia asfixiada
Pero el caso más grave, es la intención de desaparecer al INAI, el instituto de transparencia que además de ser garante del acceso a la información pública, también vela por resguardar los datos personales.
Para López Obrador la transparencia es lo peor que puede existir en su gobierno, porque con ella, los ciudadanos le exigen cuentas. No sólo son cuestionamientos de en qué se gastó el dinero público, por qué adquirió a sobrecostos con proveedores amigos o por qué se pagaron dos o tres veces los mismos servicios.
También le exige que responda cuánta gente murió por la pésima gestión de la pandemia, cuál es el exceso de mortalidad ocasionado por la falta de medicamentos oncológicos y otros temas que tanto le incomodan.
Así que, con la misma venganza que está aplicando la Reforma Judicial, ahora va por la desaparición de los organismos autónomos, como el INAI, una institución que debería ser motivo para que todos los periodistas, activistas y en general todas las organizaciones de la sociedad civil levantemos la voz y siguiendo el ejemplo de los trabajadores del Poder Judicial Federal, comencemos con las protestas.
¿Se podrá salvar algo?
Veremos y diremos.