El año cierra con resabio amargo. Hay desenlaces inevitables. La naturaleza y los sistemas humanos siguen caóticas reglas, algunas predecibles para quien educadamente observa con atención.

Desde la derrota en el panel de controversia por el maíz transgénico — ¿4,5 ó 6 mil millones de dólares de impuestos para que Trump juegue? — hasta el desplome en la producción de granos y carne nacionales, los hechos estaban ahí. Los éxitos anunciados para el campo nacional fueron espejismos, promesas sin base para una canasta básica cada vez más inalcanzable.

En un país donde las políticas agrícolas serias fueron relegadas al olvido, el campo solo importó como herramienta discursiva. Se sembraron castillos en el aire mientras la realidad pública se desmoronaba. No teníamos sanidad agropecuaria como Noruega, pero ahora fue arrastrada al mismo nivel de precariedad de la saludad pública.

Cada año parece ser más complicado que el anterior. No es cuestión de percepción, es la acumulación de crisis que se entrelazan. La crisis climática no da tregua, y con ella vienen presiones económicas globales y sus tensiones políticas. Ya no hay problemas aislados, nunca los ha habido, y los sistemas tambalean bajo su peso.

El mayor productor de leche del continente, el estado de California (el que se nos fue) cerró el año con una declaratoria de emergencia por gripe aviar en su ganado lechero. El virus, que lleva volando desde 2022, ahora brinca de especie en especie. Vacas infectadas, humanos infectados. Se sacrifican parvadas, se pierden hatos enteros. Un recordatorio más de cuán frágil es el equilibrio de nuestro mundo.

La naturaleza avanza con sus reglas y nosotros no somos más que animales que podemos hablar. La violencia en el país en 2024 fue imparable en su entrelazamiento con los sectores económicos, especialmente el cobro de piso en el primario.

Este martes en Cuetzalan, Gabriela Albores, hermana de la secretaria federal María Luisa, fue herida en un intento de asalto al Banco Tosepantomin. La situación escaló en un tiroteo. Gabriela, reconocida por su trabajo comunitario, está fuera de peligro. Un reflejo del país donde la violencia ya no sorprende, independientemente del agujero desde donde nos mire. Vivimos en un estado permanente de alarma.

En Puebla, la huelga del ingenio de Calipam a inicio de semana simboliza la incertidumbre para el 2025. Incertidumbre económica local y global, reflejada en lo regional.

El nuevo gobierno estatal con Alejandro Armenta trae esperanzas, pero también dudas. Las personas que ocupan puestos clave tienen el desafío de demostrar que no solo aportan confianza política, sino también capacidad. En una región donde la economía tambalea, los errores serán costosos y los aciertos apenas suficientes para mantener a flote la estabilidad.

El 2024 termina complicado. Lo que viene no parece más sencillo. La humanidad está en un período de transición donde los viejos modelos ya no funcionan y los nuevos apenas se están gestando. Tardaremos unos 15-20 años en que llegar a esa estabilidad y disfrutar de sus progresos, me digo convencido a mí mismo, que también soy mi propio público; si no fuera eso no tendría muchas certezas de continuidad.

La vida es un río que fluye incesantemente, un torrente de constante cambio, pero el río está muy revuelto para nuestros pillos pescadores. Por pausa editorial regresamos en enero; hasta cualquier momento, felices fiestas.