Por más de tres lustros, Víctor Sánchez ha dirigido la iglesia católica en Puebla, con un particular estilo que le permitió marcar su propio sendero.

El arzobispo rompió con lo hermético de su antecesor Rosendo Huesca. Víctor Sánchez saltó de las lujosas reuniones en los círculos del poder a las comunidades llenas de terracerías. En estos 16 años ha llevado a la práctica aquello de evangelizar en todas las regiones a su alcance y así llegó al interior del estado, a municipios y zonas alejadas de Dios.

Su encuentro con los feligreses no es una pose. Nos ha permitido conocer desde su pasión por el fútbol hasta su gustos gastronómicos.

Como todos, un poco obligado, ha avanzado junto a las redes sociales y entendió que entre sus bondades está la posibilidad de transmitir un mensaje de manera masiva. Sus videos de Año Nuevo, Navidad o Semana Mayor son siempre bien recibidos.

El octavo arzobispo de Puebla no ha estado exento de momentos críticos. En más de una ocasión se enfrentó al poder. Sus posturas han sido firmes y enfáticas. La inseguridad y la ola de violencia que azota a nuestro estado están presentes en cada una de sus homilías.

Cuando el Episcopado Mexicano encaró la falta de resultados de la política lopezobradorista de “Abrazos, no balazos”, en Puebla repicaron las campanas de Catedral.

El acompañamiento a los deudos y a quienes buscan a un ser querido ha sido notorio y cada domingo mantiene un espacio especial para tratar de reconfortarles.

Para finales de mayo, el 21, el arzobispo de Puebla habrá de presentar su renuncia cumpliendo con el derecho canónico. Su camino ha sido tan firme que será difícil para su sucesor superar el trabajo que Víctor Sánchez ha realizado al frente de la Arquidiócesis de Puebla.

Foto: Cristopher Damián
Foto: Cristopher Damián

La entrega

En estos últimos meses de su administración, Víctor Sánchez continúa cumpliendo con los eventos más emblemáticos para la fé católica. Ayer mismo, en el Año Jubilar, presidió la misa en la Basílica de Guadalupe. Ahí pidió por los migrantes, esos connacionales que tras la política migratoria de Donald Trump viven a salto de mata.

Quiso cumplir con esa encomienda, como cada 12 de febrero, fecha en la que se celebra que Puebla sea el segundo estado con más peregrinaciones al templo mariano, para después atender su salud.

El arzobispo será intervenido mañana, viernes 14 de febrero, de ambas rodillas, una vieja aflicción. Después vendrá un tiempo de recuperación, en donde sin duda, seguirá orando y afinando los detalles de la entrega.

Aunque no es oficial, entre sus últimas actividades como Arzobispo de Puebla estarán las celebraciones de la Semana Santa.

A don Víctor, sin duda, se le extrañará.