Alejandro Armenta sale al ruedo con cifras bajo el brazo.
No se anda con rodeos: 586 detenidos en 100 días, detalló en su informe de 100 días.
Coordinación de élite con la Sedena, Marina, Guardia Nacional y policías municipales.
Sin embargo, todavía huele a pólvora.
Este desastre no se entiende sin mirar hacia atrás.
Puebla ha sido un carrusel de promesas rotas y estrategias fallidas.
Todo comenzó con Rafael Moreno Valle, el gobernador que compró popularidad con obra pública monumental mientras la seguridad se le escapaba de las manos.
Su apuesta fue entregarle la seguridad a Facundo Rosas Rosas, el hombre de confianza de Genaro García Luna, hoy condenado por sus nexos con el narcotráfico en Estados Unidos.
El resultado fue un desastre con pies y cabeza. Puebla se convirtió en el paraíso del huachicol.
Durante ese sexenio, la ordeña de ductos creció de manera descontrolada, mientras Rosas aplicaba una mano dura más de show que de resultados.
Luego vino Antonio Gali Fayad en 2017, quien apenas pudo contener el caos.
Durante su gestión, la percepción de inseguridad llegó al 81.4%.
Tras la tragedia de Martha Erika Alonso y su breve gobierno, el interinato de Guillermo Pacheco Pulido fue aún peor: el miedo alcanzó un récord histórico con un 87.7% de percepción de inseguridad.
Así, Miguel Barbosa llegó con promesas de cambio.
Al principio se notó un ligero respiro: una reducción del 16.9% en la incidencia delictiva en 2020 y un descenso del 21.2% en homicidios dolosos.
Pero la percepción de inseguridad se mantuvo en 87.5% en su primer año y apenas bajó al 78.1% después de tres años.
Quiso, pero no pudo, le ganó el tiempo y la vida.
Con Sergio Salomón Céspedes, la cosa mejoró, pero no tanto.
Bajó la percepción de inseguridad al 75.7%, la más baja en seis años, y logró reducir secuestros en 23.5% y homicidios dolosos en 4.8 por ciento.
Un avance que apenas rascó la superficie de un problema enquistado.
Ahora, Alejandro Armenta con apenas 100 días en el poder, lanza cifras que suenan a golpe de autoridad:
- 586 detenidos en coordinación con fuerzas federales.
- 297 vehículos robados recuperados y 133 asegurados vinculados a ilícitos.
- 13 tomas clandestinas selladas, con decomisos de 6,800 litros de combustible y 31,700 litros de gas LP.
- 30 módulos de blindaje, 50 patrullas equipadas con tecnología avanzada y tres torres móviles de vigilancia.
Esto apenas arranca, con la coordinación con las fuerzas federales, ahora sí es real.
La gente quiere resultados que se puedan sentir en las calles.
El legado de los anteriores gobiernos representa un desafío significativo para Armenta.
Con estrategias realmente efectivas y transparentes se debe recuperar la confianza de la ciudadanía y mejorar la seguridad en el estado.
Todo un reto. Tiempo al tiempo.