Al recordar los años maravillosos, voltear la vista atrás para ver el camino que nunca volverá a pisar, los recuerdos se agolpan y fluyen a borbotones en la memoria, Víctor Sánchez Espinosa evoca y recapitula con esa emoción de su mocedad, de la juventud no perdida en el corazón: "Teníamos Gustavo y yo tres años en el sacerdocio, cuando nos perdimos en Chignautla y en la montaña se sentía un frío espantoso".

La voz del arzobispo de Puebla comienza a quebrarse, pero alcanza a despedirse del amigo con un "nos vemos en el cielo, Gustavo"

El amigo de imborrables recuerdos y batallas se encuentra en el féretro, al seno de la parroquia de Nuestra Señora de La Asunción en la Libertad a donde recibió incondicionalmente a los sin papeles de Centro y Sudamérica para mitigar el cansancio con comida y café caliente para tomar fuerzas y continuar su paso a la conquista del american dream.

Pero el templo además vivió momentos gloriosos con el paso de la Antorcha Guadalupana, soportada por migrantes poblanos, principalmente, que alcanzaron la conquista del territorio estadounidense.

El estandarte de la Guadalupana cubre la caja de cedro a donde descansa el párroco, rodeado de los feligreses a los que enseñó ese camino de bondad, colmado de un humanismo a prueba de envidias y falsos redentores para ayudar siempre al prójimo, sin importar de donde venga y a donde encamine sus pasos.

El camino de regreso a su mocedad provocó que el arzobispo con un gran esfuerzo, contenga las lágrimas que dejó rodar la víspera, confesó.

Los caminos de la vida unieron a Sánchez Espinosa y a Rodríguez Zárate en la batalla cotidiana para preservar al cristianismo y regresar a quienes han tomado el camino equivocado al plan de Jesucristo de ser solidarios con la humanidad como preconizó con un espíritu inquebrantable, Gustavo, a lo largo de su apostolado, no sólo con la comunidad de La Libertad sino con los ciudadanos del mundo que buscan mejores condiciones de vida.

Víctor Sánchez pide a los ciudadanos mantener ese fuerte y bondadoso espíritu caritativo que seguramente Gustavo Rodríguez quiere que se mantenga con el prójimo.