“Si viviéramos en una sociedad donde se respeta a las mujeres podríamos salir a la calle desnudas, sin que nadie se atreviera a lanzarnos miradas lascivas”, relata Ivón al iniciar la marcha de las Putas en Puebla.
Su vestimenta y maquillaje son en sí una “provocación” para una sociedad que ha convertido una justificación de la violencia en contra de las mujeres la conducta y la indumentaria, los tacones, las minifaldas, los vestidos apretados, los escotes y el maquillaje, a las que llanamente se les engloba bajo el sustantivo de “putas”.
Erguida sobre su calzado de tacones, Ivón representa el cliché del universo machista mexicano. Al mismo tiempo la forma socialmente convenida del deseo que la justificación de la violencia, que en el caso de Puebla alcanza un 92.9 por ciento teniendo como víctimas a las mujeres, de acuerdo con las cifras de la “Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares” (Endireh).
Las cifras de la violencia en contra de las mujeres son notorias. Según el INEGI, 9 de cada 10 mujeres de 15 años y más que conviven con su pareja son objeto de agresiones físicas por parte de su compañero o esposo, y 8 de cada 100 padecen violencia de tipo sexual.
La ocasión no es de lo menos. Un domingo soleado en el centro de la ciudad. Entre los vendedores de globos y las familias clasmedieras en su paseo dominical, épico cuadro de la altiplanicie, aparecen las mujeres desplegando su imaginación y su coraje en cartulinas con leyendas como. “No soy una vagina, tampoco unos pechos, soy una mujer exigiendo mis derechos”.
Algunos transeúntes voltean a mirar las expresiones críticas de las mujeres en una movilización de protesta que coincide con una emergente toma de conciencia de que únicamente desmontando las creencias y prejuicios que justifican la violencia es como desde la sociedad misma puede revertirse un fenómeno de estigmatización al que poco ha hecho el Estado desde sus instituciones para eliminarlo.
Mujeres universitarias, comerciantes, profesoras, empresarias, activistas a favor de los derechos sexuales y reproductivos, artistas, simpatizantes de causas de izquierda, adolescentes, amas de casa y “tuiteras” repudiaron la violencia que se vive en el país en contra de las mujeres, actos hostiles que hallan su justificación en calificar a la mujer de “puta”.
“Ni santas, ni putas, simplemente mujeres”, se lee en otro mensaje, que parece resumir el sentido de hartazgo ante el acoso. Una mujer vestida de monja muestra una cartulina como si fuera un camafeo.
El entusiasmo de las mujeres contrasta con la monotonía dominical.
Una oradora toma el micrófono para relatar el sentido de la protesta..
Otras mujeres escriben sus propias experiencias en las que han sufrido actos de acoso por parte de hombres y los colocan en papelitos en un suerte de muro de dichos testimonios.
“Estamos hasta el bigote de que nuestra frescura y comodidad sea la justificación de tu acoso y agresividad.”
No falta tampoco el agudo señalamiento laico. “Más derechos, menos rosarios”.
Quitarle a la palabra “puta” su carga de justificación encuentra en otro de los mensajes de las mujeres uno de sus posibles caminos por la vía de la lógica. “Todas somos putas o ninguna”.
Por eso, las mujeres que asistieron ayer a la convocatoria de la Marcha de las Putas le añadieron al imaginario local sus propias respuestas a lo que significa ser mujer y cómo la vestimenta no determina ninguna condición especial. “Lucir bien no es provocar”, “La minifalda es mi derecho, respetarme es tu obligación”.
Mujeres en contra del acoso sexual se congregaron en el zócalo de la ciudad. Desde el corazón de la Angelópolis, militantes feministas, mujeres de todas las edades, protestaron en contra de las distintas formas de violencia y acoso, que son justificadas, por su manera de vestir “provocadora”.
Quizá el mensaje más claro que lanzaron las mujeres fue un “no, es no” y por lo tanto siempre se reciben los halagos pero siempre se rechazan los halagos que esconden las ofensas, como puede leerse en otra de las cartulinas. “Se aceptan halagos, se rechazan ofensas”, esperanza para construir una nueva relación de respeto para las mujeres, y para que como algunas de las asistentes muestren en sus mensajes “más minifaldas, menos metralletas”.
El apunte
La académica de la UAP, Guitté Hartog, integrante del colectivo “las Bigotonas” criticó que los hombres responsabilicen a las mujeres de las agresiones en contra de ellas: “Las agresiones sexuales son responsabilidad de quienes las llevan a cabo y no de las víctimas”.
Tome nota
Cirilo Rivera García, del Programa de Atención de la Violencia Masculina en Puebla, afirmó que la violencia hacia las mujeres se ha vuelto un hecho común, y los hombres creen que el único hecho de violencia hacia las mujeres es la violación, cuando chiflarle a una mujer o tocar a una mujer "por que se me antoja" son también actos de violencia.
La consigna
“Escucha baboso, yo escojo a quien me cojo.”
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