Empezamos la tercera semana de campañas y las estrategias para arrebatar votos van cambiando. Ayer Lalo Rivera soltó el primer capítulo de “En el rumbo”, un video en donde se nota la mano de los asesores y la tolerancia del candidato para aceptar y atender las indicaciones, tanto en materia de imagen como en el discurso.
Aún es temprano para decir si esta serie de videos será tan impactante y decisiva como en su momento lo fue la de “Puebla abre los ojos”, “Mírame” y “La otra Puebla”, que utilizó Rafael Moreno Valle en 2010.
De arranque, el audiovisual de Lalo busca mover emociones y generar esperanza, algo sumamente necesario para atraer los votos en una etapa decisiva de la campaña. Dicen las propias estadísticas que los mexicanos solemos votar por emociones, más que por razones o propuestas.
El video en cuestión se trata de una primera parte. Habremos de esperar para conocer el resto de los mensajes y ver cómo logran articular todo el discurso de campaña y al personaje que presentan en redes sociales con el hombre que aspira a gobernar Puebla.
La estrategia, como lo dije, no es nueva, ya en el pasado resultó lo suficientemente buena para hacer ganar a Rafael Moreno Valle sobre Javier López Zavala.
En la campaña de 2010, en la única gira a la que me invitó, el propio Rafael me comentó que contrató a un grupo de consultores españoles para transformar su imagen. Y quienes seguíamos la campaña y su nulo crecimiento sabíamos que le urgía ese golpe de timón.
Pese a la soberbia que lo caracterizaba, Rafael se dejó transformar. Le modificaron el color de la ropa por tonos tierra. Sus camisas dejaron de ser las de un ejecutivo, ahora tenían botones para arremangarse y lo enfundaron en pantalones mucho más casuales.
Los zapatos también sufrieron un cambio drástico. Comenzó a utilizar un estilo más similar a las botas tipo Caterpillar que a los diseños de Ermenegildo Zegna que normalmente utilizaba.
Su pasión por los relojes tuvo que ser contenida durante la campaña, dejando en la caja fuerte los Patek Philippe, Audemars Piguet (AP), Rolex y Richard Mille, para obedecer la instrucción de no usar reloj.
Como resultado, en esos meses no tuvo un solo escándalo por la ostentación, pese a que se sabía que tenía una gran afición por la ropa de marca y los finos relojes.
La comida popular fue otro de los temas que tuvo que tragarse, literalmente. Se le recomendó que, pese a que no le gustara, por lo menos probara lo que se le ofreciera durante la campaña y —contra todo pronóstico— lo hizo.
Claro que utilizó sus trucos, por ejemplo, tenía 3 o 4 camisas iguales para poder cambiarse cada vez que se sentía muy agobiado por tantos abrazos y se las cambiaba antes de un nuevo mitín.
En la camioneta también contaba con un hornito donde calentaba su pizza favorita, la hawaiana de Domino’s y algunos sándwiches de mantequilla de maní, para pasar el mal trago.
Rafael, a quien le cuestioné desde siempre, tuvo la capacidad de entender que era necesario aceptar las voces de sus asesores para ganar la campaña, cierto es, contrató a profesionales y el resultado fue justo el que se buscaba.
¿Estaremos en la antesala de la transformación de los candidatos?
Veremos y diremos.