El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) recordó a sus 93 años de nacimiento, al poeta nayarita Alí Chumacero, quien se definió como un armario de ropajes variados y de distintos colores.

La poesía del escritor, quien nació el 9 de julio de 1918, se erigió, según el mismo mencionaba, por la desolación, que muy a menudo se encuentra en sus textos, refirió el Conaculta en comunicado.

Aunque también señalaba que esta inclinación poco tenía que ver con su vida, pues la existencia de un poeta es igual a la vida de un albañil o de un chofer, médico o abogado, es decir, se sufre de una manera u otra para llevar la existencia adelante.

Fue renuente a favorecer la concepción de felicidad, pues le parecía una forma de la estupidez; mencionaba que los estúpidos son felices, son dichosos, sonríen como los angelitos que pintaba Esteban Bartolomé Murillo.

"No, no hay que ser feliz, hay que estar en la vida, estar en el mundo, peleando, o bien reflexionando o discutiendo, corriendo o jugando: hay que estar vivo, pero la vida no es dicha", declaraba.

Bajo esta línea de pensamiento agregaba que el poeta es por definición un hombre que ha llegado a los infiernos, en parte para ir definiendo, separando, apartando las diferentes formas de considerar el espíritu. Al sumergirse en una experiencia, se encuentra con realidades adversas.

La experiencia del poeta no había que juzgarla desde un punto de vista moral. Hay bardos que no son el infierno, que son el purgatorio y algunos, que son los más tontos, creen estar en el paraíso, aseguraba.

Su obra, la cual definió más bien como versátil, se ha tratado de ubicarla por los estudiosos de su poesía en corrientes como el barroco, el romanticismo o el símbolo, entre otras.

Alí Chumacero, originario de Acaponeta, Nayarit, fue un ávido lector desde su niñez. Contó siempre con el apoyo de su padre, a pesar del empobrecido hábito de lectura de éste. Llegó a la Ciudad de México en 1983 para continuar con sus estudios y se posicionó de a poco en el ámbito cultural.

Su primera obra publicada, "Poemas de amorosa raíz", apareció en 1940 en el primer número de la revista "Tierra nueva". Sus artículos se publicaron en suplementos culturales como "La revista mexicana de Cultura”, “México en la Cultura” y “Cultura de México".

Se destacó como editor en el Fondo de Cultura Económica, como corrector de pruebas, dándose paso a formar parte del Consejo Editorial.

Editó libros de las colecciones "Breviarios", "De lengua y estudios literarios" y la "Colección Letras Mexicanas", en donde participó en la recopilación, tipografía y corrección de pruebas y la impresión.

También se encargo de revisar la obra de autores como Alfonso Reyes, Mariano Azuela, Juan Rulfo, Julio Torri y Xavier Villaurrutia, entre otros.

En su trabajo como poeta reunió la mayoría de sus obras en ediciones como "Páramo de sueños", "Imágenes desterradas", "Palabras en reposo" y "Poesía reunida".

Para Chumacero, lo hermoso de la poesía era que un verso puede ser muy expresivo por sí solo y lo adecuado es que el poema sea una obra en la que una parte ayude a otra.

Otro de sus argumentos era que su poesía era difícil de entender, ya que adjudicaba la actividad de escribir sólo a los momentos en que el resorte estaba preparado.

No era sólo de tomar el lápiz para inventar, sino que se debía tener una preparación previa. No siempre era fácil comprender cuando se presentaba ese resorte, eso, a su parecer, hacía más complejos sus textos.