El exceso de información y los rumores infundados durante la pandemia, están provocando que las personas se sientan sin control y que no tengan claro qué hacer, y por estas causas están experimentando sensaciones de estrés, ansiedad, miedo, tristeza y soledad, por lo que se corre el riesgo de que se incrementen los trastornos de salud mental, señaló Dulce María Pérez Torres, catedrática de la Facultad de Psicología de la UPAEP.

Dijo que lo anterior agudiza el interés de profundizar en el conocimiento y de cómo se comporta la parte de la salud mental. No sólo de la población en general, sino también de ciertos grupos poblacionales que son más susceptibles a desarrollar sintomatología psicológica relacionada con el estrés producido por la COVID-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en enero de 2020 declaró el brote de este nuevo padecimiento como la enfermedad del COVID; y a partir de ahí fue identificada como una emergencia internacional de salud pública debido al elevado riesgo de propagación de la enfermedad a otros países del mundo además de China, manifestó la académica. Fue dos meses después que la OMS decidió identificar al COVID-19 como una pandemia.

La palabra pandemia o cuarentena se utilizó por primera vez en Venecia en el año de 1127 para referirse a la lepra. Se usó ampliamente en respuesta de la peste negra, aunque fue 300 años después que en Reino Unido se comenzó a imponer la cuarentena en respuesta a la peste.

Agregó que esta definición difiere del aislamiento social, que es la separación de las personas que han sido diagnosticadas con una enfermedad contagiosa, y que se está aplicando también para aquellas personas que no están enfermas y que deben permanecer en sus casas como medida de protección.

En su intervención, Ivonne Estela Martínez Hernández, coordinadora de plataformas digitales de UPAEP Online, explicó que la UNESCO en el mes de abril realizó un estudio en donde se detectó el problema de información dentro del COVID-19. Mucha de la información era falsa, errónea, y algunos de los datos que se detectaron en ese mes, es que era compartida con motivos maliciosos y erróneos, es decir, la viralización hacía que la información se compartiera de manera equivocada.

Dijo que toda esa información comenzó a generar incertidumbre en torno a lo que se está viviendo y principalmente en el contexto digital. A partir de ahí surge el término infodemia como un sinónimo de pandemia, pero en este caso, de información.

Martínez Hernández manifestó que la incertidumbre, la falsa información y el no saber cómo protegerse ante el virus, generaron toda una enfermedad informativa, en donde estaba circulando información digital a una velocidad impensable, reproduciéndose rápidamente y pasando de un país a otro, pero de manera errónea.

Agregó que no se han detectado fuentes exactas de dónde provenían estas informaciones, porque son variadas y los orígenes son infinitos, además de que no se puede contabilizar con exactitud todavía. Es una situación que es única porque se hace a través del contexto digital.

Indicó que el estudio que realizó la UNESCO, admitió que las estadísticas obtenidas impedían realizar mediciones futuras de lo que estaba pasando con la enfermedad y a la vez provocó que existiera información confiable para las instituciones de salud y para las instituciones de gobierno.

Ivonne Martínez, explicó que por la cantidad de información que circuló con respecto a la enfermedad “no hubo manera de limpiarla, de curar la información, de ahí el término de infodemia, lo cual resultó muy complejo para que una persona, una familia accediera a información real o verdadera, porque lo que no es real, te envuelve de inmediato y por la cantidad, no se logra distinguir”.

Señaló que este exceso de información provocó cierto racismo en el mundo, principalmente en el consumo de productos que provenían de China, lugar de origen del COVID-19. Actualmente se le puede llamar desinfodemia, es decir, una desinformación. Agregó que durante esta pandemia han existido más mensajes falsos que verdaderos al respecto.

Ambas académicas coincidieron en señalar que las personas aún en la distancia, deben fomentar las relaciones afectivas con sus seres queridos, amistades y amigos, a través de una llamada telefónica, una videollamada o por alguna plataforma mediante la cual se puedan comunicar. Esto con el propósito de romper la rutina diaria que les ha provocado el estar en confinamiento.