En la víspera de la conmemoración del día internacional de la mujer, la académica huésped de la UPAEP, Merónica Toller, aseguró que, desde los medios se reproduce una imagen de la realidad cuadriculada.
“Donde es lo único que existe y nos olvidamos de todo lo demás maravilloso, entonces, no vivimos en un Estado patriarcal, vivimos en una sociedad que ha crecido en el respeto hacia la mujer, que hay hombres increíbles, que trabajan a la par de la mujer y donde hay otros que no”.
La profesora, escritora y periodista de la Universidad Austral de Argentina, dijo que, hay estructuras que hay que cambiar, por ejemplo, el sistema laboral está armando masculinamente, le ponemos horario que a los hombres le sirven porque puede pasar 8 horas fuera de la casa, aunque la mujer lo hace y encima tiene que volver, cocinar, cuidar los hijos.
“A la mujer se le da la tarea del cuidado, a los ancianos, a los enfermos, a los discapacitados, educar a los menores de edad y todo eso además de ir a trabajar, ser eficiente, ser competente, ser profesional”.
Es uno de los avances que se tiene que decir que, se siguen dando, está en muchos lugares, pero hay plena conciencia de que se tiene que rechazar, “eso es uno de los avances de la sociedad actual, por lo menos la conciencia es un avance, porque en otro momento de la historia esto se asumía como súper normal y hasta bueno”.
Hay circunstancias e instituciones o formas donde es verdad que el hombre manda, “no quiero ser cien por ciento, no todo es patriarcal, hay hombres respetables, magníficos, igualitarios, con gran respeto por la mujer, que cambian los pañales de los bebés, que van a la reunión de las escuelas de sus hijos, que cocinan la cena en casa porque mamá está cansada y está trabajando”.
Merónica Toller, dijo que, entonces la vida se vuelve injusta, opresora contra la mujer, porque está todo pensado en un sistema de trabajo pensado desde la óptica masculina porque siempre fue así y que hoy tenemos que ponerlo en revisión.
“Hay un derecho del varón que la sociedad no contempla, el derecho a la ternura, a vivir con los hijos, a jugar con ellos, el derecho a estar en familia, a llorar cuando duele la vida”.
Además del derecho a vivir la afectividad, los sentimientos, la emocionalidad, por eso, pareciera que no se le permite al varón.
Cuando el padre tiene que estar siempre afuera y los niños crecen con el complejo del Telémaco, que es el síndrome del hijo que salía a ver cuando llegaba su padre Ulises, crece porque papá no está y hace falta en el hogar.