Los científicos señalaron en numerosas ocasiones que la vida pudo formarse cerca de respiraderos hidrotermales que se encuentran en el fondo del océano, conocidos como fumadores negros. Dichos respiraderos están rodeados por densas nubes de humo oscuro. Estas zonas tienen la ventaja de ser muy ricas en hidrógeno, metano y amonio, pero también son muy ácidas, lo que perjudica la aparición de la vida.
Por este motivo, los geólogos de Lyon se fijaron en el mineral serpentinita, que se origina en los volcanes de Isua, de 3.800 millones de años. Este mineral verde oscuro, que se usa frecuentemente en joyas, se forma cuando se infiltra el agua de mar en el manto superior de la Tierra, a profundidades que pueden alcanzar los 200 km en las zonas de subducción, donde las placas oceánicas chocan unas contra otras. Según los científicos, estos minerales, que también a menudo se encuentran en las paredes de las fuentes hidrotermales, son favorables para la estabilización de aminoácidos y podrían jugar un papel importante en la aparición de las primeras moléculas orgánicas.