Ante eso, la subdirectora del centro, Alejandra López García, dijo que en muchas ocasiones ese proceso es complicado y traumático para las personas, incluso para los animales de traspatio, por lo que los pobladores no deben verse como parte del problema, más bien deben involucrarse como parte de la solución.
Asimismo, dijo que es preciso asegurar que los vehículos sean suficientes y adecuados, “porque ese ha sido el principal problema en evacuaciones anteriores”, pero además dijo que las autoridades y los habitantes que habitan cerca de las faldas del volcán deben saber que la cifra de personas que debe desplazarse en la primera fase de la evacuación es cerca de 40 mil, solamente en la entidad poblana.
El Cupreder hizo las siguientes recomendaciones en caso de que el semáforo volcánico cambie a fase roja: incorporar en la fase uno de la evacuación a las localidades que se encuentran en peligro mayor, de acuerdo con el mapa elaborado por el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y los análisis posteriores.
Además, es necesario que no se omitan las poblaciones de Santa Cruz Cuauhtomatitla, Santa Catalina Cuilotepec y San Juan Ocotepec, del flanco sur; San Mateo Ozolco y San Pedro Yancuitlalpan, del lado nororiente, y todas las comunidades que abarca el polígono de color rojo en el mapa de peligros mencionado.
La especialista del Cupreder de la UAP aclaró que el concepto de semáforo no es idóneo para poblaciones campesinas, sin embargo, a lo largo de 18 años se ha logrado establecer el código en buena parte de los lugareños, por lo tanto, insisten en que se aplique la simbología de advertencia.
Desde el Cupreder recordó que en la evacuación de 1994 no estaba instrumentado el semáforo y en la evacuación del 2000 el semáforo nunca se puso en rojo, a pesar de que las autoridades realizaron un operativo que logró evacuar a una parte de la población en riesgo.