Debido al incremento de infectados por COVID-19, la festividad de Todos los Santos tuvo una celebración diferente a la de años pasados y de esto Intolerancia Diario pudo ser testigo durante uno más de sus recorridos.
El silencio caracterizó a los panteones de la capital, a un lado quedó el color naranja que adornaría las lápidas gracias a la flor de cempasúchil que suele utilizarse en estas celebraciones.
El sonido de los rehiletes en las tumbas de los más pequeños no se percibió como en años anteriores, llenando al lugar de una tristeza aún mayor de la que se percibe cuando los vivos visitan a sus difuntos.
A pesar de ello, los vendedores de las flores de temporada que se instalan afuera de los recintos no perdían la esperanza de que algún cliente llegara y les hiciera la venta del día, pero la realidad fue completamente lo contrario.
"No hay venta, la gente no gasta más de 20 pesos en un racimo que se llevan a su casa. Este año hubo flor que no pudimos manejar. El cierre del panteón durante estos días fuertes nos vino a pegar al bolsillo. Tenemos que malbaratar la flor o dejarla echar a perder, no nos queda más que seguir luchando, esperando que pronto se compongan las cosas", nos relató cabizbajo y triste por la situación el vendedor, Ignacio Jiménez.
Sin disfraces
El coronavirus también nos arrebató las risas que suelen caracterizar a las fiestas familiares debido a los disfraces de monstruos o catrinas. El confinamiento golpeó las ventas en las tiendas de disfraces que cayeron hasta 50%.
Proyecto Cuahuitl
Para rendir un homenaje a 76 víctimas mortales del Coronavirus, la funeraria Moreno presentó el proyecto Cuahuitl (árbol en náhuatl).
En esferas, la firma colocó los nombres de quienes murieron a causa de esta enfermedad. Los adornos fueron colocados en un árbol ubicado fuera de dicho lugar permitiendo con esto que familiares se despidieran de sus seres queridos de una manera única y diferente.
Este 2020 resultó atípico y lleno de retos por el virus SARS-CoV-2, sin embargo la fe y el compromiso por mantener las tradiciones, permitieron que los poblanos hicieran las adecuaciones necesarias para celebrar el Día de Muertos, un año más.