El escritor y periodista Samuel Schmidt habló sobre su más reciente libro Crimen autorizado, publicado en noviembre del año pasado a través de una conferencia virtual organizada por la IBERO Puebla.
La esencia del libro empieza con el concepto del título que se refiere a una serie de acciones ilegales que, no obstante, son validadas por el Estado como parte de su funcionamiento cotidiano, uno de los ejemplos más notorios en el país es el narcotráfico.
Las investigaciones para asistir a las víctimas del narco implicaron profundos análisis de la cultura criminal de cada región, especialmente de los pueblos y comunidades pequeñas.
“La ausencia del Estado es, de alguna manera, el consentimiento del mismo. Mediante el concepto de ‘crimen autorizado’ hemos comprobado ese nexo entre la criminalidad y el Estado”, explicó el jurista y colaborador del texto.
También, Crimen autorizado dedica unas páginas al asunto de las remesas. La mayor parte de los mexicanos que viven en Estados Unidos trabaja por menos del salario mínimo (cerca de cinco dólares la hora). El alza en el ingreso de estas podría deberse a que el dinero del narcotráfico es incluido en estas estadísticas a través de operaciones mayúsculas de lavado en ambos lados del río Bravo, señaló Schmidt.
El crimen autorizado penetra en diferentes rincones de la sociedad porque tiene el permiso del Estado. Si bien esto mina los estándares de gobernabilidad, también genera una estabilidad perversa. “El crimen organizado le sirve al Estado, pero no puede haber democracia con crimen autorizado”.