Desde el 14 de septiembre de 1968, el estado de Puebla fue reconocido a nivel nacional como una tierra de linchamientos, luego de que estudiantes fueron asesinados por una turba en la junta auxiliar de San Miguel Canoa, en la capital del estado.

Desde entonces no se han frenado los linchamientos, agudizándose en los últimos años, algunos de ellos cobrando relevancia a nivel nacional, como el más reciente de Daniel Picazo Hernández, quemado vivo a manos de habitantes de Papatlazolco, poblado de Huauchinango.

Según datos del el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE) de la IBERO Puebla, el fenómeno del linchamiento creció en la entidad hasta 460% entre 2015 y 2019 con 600 casos registrados, que han arrojado 78 personas muertas. 

En lo que va del 2022, en Puebla se han registrado 11 intentos de linchamiento, en los que se ha podido rescatar a 15 personas y una perdió la vida, según información de la Secretaría de Gobernación (Segob) estatal.

De acuerdo a la ONG Causa en Común, Puebla también destaca por ser el cuarto lugar nacional, según linchamientos registrados del 1 de enero al 30 abril de este año. 

Ajalpan

Después de lo ocurrido en Canoa en el año de 1968, casi cincuenta años después un doble linchamiento cimbraría no sólo a Puebla, sino al país entero.

Ocurrió en 2015, cuando dos encuestadores fueron confundidos por secuestradores, quienes fueron quemados vivos por pobladores del municipio de Ajalpan.

Fueron asesinados con brutalidad los hermanos Rey David y José Abraham, de apellidos Copado Molina, por una multitud de aproximadamente mil habitantes.

Los golpearon con machetes, palos, piedras y varillas, para después rociarles gasolina. Estando seminconscientes les prendieron fuego y las víctimas acabaron calcinados en la plaza pública. 

Acatlán

En 2018, se repetiría la historia y nuevamente Puebla fue el centro de la atención nacional por el linchamiento de dos trabajadores acusados de ser robachicos en Acatlán de Osorio.

Por encontrarles bebidas alcohólicas en su auto fueron sacados de la comandancia por una turba enardecida, para darles muerte, sin que hubiera un señalamiento directo de que estuvieran cometiendo un delito grave como el robo de infantes.

También fueron rociados con gasolina para posteriormente prenderles fuego, todo transmitido en vivo por varias cuentas de Facebook de los participantes.

Incluso al lugar llegó la madre de una las víctimas para rogar que no le hicieran daño pues vivían en el mismo municipio, pero hubo oídos sordos. 

Linchamiento masivo

En agosto del 2019, cinco personas fueron linchadas, entre ellos un menor de edad, además de otra persona que murió a tiros en la comunidad de Los Reyes Teolco, del municipio de Cohuecan.

En este caso sí hubo un intento de secuestro de un agricultor de la comunidad, quien fue soltado por los presuntos maleantes al verse perseguidos.

Fue así como alrededor de 30 personas detuvieron a dos delincuentes quienes acabaron colgados de un árbol en un paraje de la carretera Los Reyes Teolco - Cohuecan.

Luego bajaron los cuerpos y los trasladaron a la comandancia para prenderles fuego, mientras otro grupo de vecinos lograba aprehender a dos presuntos cómplices más.

Igualmente fueron ahorcados, para luego asesinar también a una persona que llegó a preguntar por los detenidos, a quien acusaron de cómplice. 

Borracho linchado

En agosto del 2020, Manrique "N", de 35 años, originario de Veracruz, murió a manos de pobladores de la junta auxiliar de San Marcos Tlacoyalco, en Tlacotepec de Benito Juárez.

Esta persona fue encontrada ingiriendo bebidas embriagantes y alguien lo acusó de intentar sustraer a una menor de un domicilio.

De este modo una muchedumbre lo retuvo y golpeó, pero aún fue rescatado por elementos policiacos y trasladados a la comandancia, donde llegaron más pobladores para hacerse justicia por propia mano.

Al someter a policías, lo golpearon con piedras, tubos  y palos, para prenderle fuego a su cuerpo una vez que comprobaron que estaba muerto.