Son ocho imágenes las que participarán en la edición XXXI de la procesión de viernes santo en la Ciudad de Puebla.
A todas ellas se les reconoce haber realizado varios milagros y por eso, los poblanos y visitantes les guardan mucho fervor.
Este Viernes Santo, salen a procesar:
- El santo Niño Doctor de los Enfermos del santuario de Tepeaca
- La virgen de La Soledad, del templo de La Sociedad
- Jesús Nazareno de las Tres Caídas, de la parroquia de Analco
- Jesús de la Misericordia, del templo de La Compañía
- La virgen de Los Dolores, del templo de El Carmen
- Jesús Nazareno de la parroquia de San José
- El Señor de las Maravillas del templo de Santa Mónica
La imagen que encabeza la procesión de viernes santo es el Cristo de la Expiración, del templo de El Carmen, que representa a Jesús en el momento de su muerte. Es representado en una escultura del siglo XVII.
La imagen del Cristo de la Expiración es famosa por ser de tamaño natural y que tiene dientes y costillas humanas y es una obra elaborada durante del virreinato.
Santo Niño Doctor de los Enfermos
En el año 1942, el alcalde de Tepeaca, Félix Ramales García, acondicionó un espacio del ayuntamiento para fundar el Hospital Civil Municipal de Tepeaca y pidió a la Superiora de la Congregación de las Hermanas Josefinas de México, le ayudasen a atenderlo.
Así, la Reverenda Madre. Ana María Gil envió cuatro religiosas al hospital, siendo inaugurado el 5 de mayo de 1942. Una de las religiosas, la Hermana María del Carmen Barrios Báez llevó consigo la venerada imagen.
Esa imagen había sido elaborada en Cuba, habiendo sido regalada a la comunidad católica y en una rifa entre las hermanas de la congregación, la Madre María del Carmen Barrios fue privilegiada.
La imagen había estado antes en el Hospital “Concepción Baistegui” de la Ciudad de México donde ya recibía veneración como el Niño Doctor de los Enfermos.
La religiosa pidió un lugar digno dentro del hospital para la imagen, y ahí se le identificó inicialmente como el Niño del Hospital, cuya devoción creció rápidamente por los milagros de sanación que ocurrían.
Las hermanas josefinas fueron llamadas posteriormente a la ciudad de Tehuacán, llevándose con ellas la venerada imagen, pero un fuerte grupo de Tepeaqueses pidieron a las autoridades eclesiásticas y lograron su regreso, con las condiciones de que la imagen tuviera un lugar exclusivo.
En 1961, el 30 de abril, se realizó por primera vez su festejo solemne en Tepeaca promocionado particularmente por Raymundo Fortiz, quien era peluquero del lugar.
En 1963, la imagen dejó su capilla en el Hospital, pasando a una Capilla provisional, y más tarde, el 5 de julio de ese mismo año, a la Parroquia de San Francisco de Asís en Tepeaca.
Al inicio de los 90´s se edificó una capilla ex profeso, y donde reposan los restos de la Hermana María del Carmen Barrios. En junio de 2015 el párroco Salomón Mora González después de 7 años de intensa labor, inauguró la dignificación del templo y se puso la imagen en el altar mayor.
En diciembre del 2016 la Parroquia de Tepeaca pasó al exconvento y el templo se designó como Santuario del Santo Niño Doctor.
En 2017 la imagen posesionó por primera vez en Tepeaca porteada por los integrantes de la Hermandad del Santo Niño Doctor y en el 2022, esta milagrosa imagen se incorporó a la procesión de Viernes Santo en Puebla.
La imagen del Santo Niño Doctor de los Enfermos, mejor conocido como el Niño Doctor, es ampliamente venerada, particularmente por aquellos que buscan sanar sus dolencias físicas, y muchos de los cuales han recibido la salud solicitada a Dios Nuestro Señor, al suplicarle frente a esta bella imagen.
De acuerdo con el decir popular, cuando el Niño Doctor decide sanar a un enfermo, su rostro se torna pálido, y una vez consumado el milagro, y el convaleciente se recupera plenamente, sus mejillas se sonrojan.
Nuestra Señora de la Soledad
La imagen de la Virgen de la Soledad enfatiza la desolación de la Santísima Virgen María ante la muerte de su amado hijo Jesús, esta bellísima imagen venerada en el sagrario Metropolitano de Puebla o Parroquia de la Soledad es de factura sevillana, de finales del siglo XVII y representa el luto, pero también la esperanza, vistiendo un ropón blanco con un manto negro y un pañuelo entre las manos.
Esta imagen de la virgen pisó suelo poblano hace más de 300 años. La historia cuenta que el capitán don Diego Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre, en su viaje a España preguntó a su empleado Manuel de los Dolores, quien era un esclavo mulato recién liberado, qué regalo deseaba por tantos años de servicio y lealtad, pues el conde ya no regresaría a la ciudad de los ángeles.
“Una imagen de la Virgen de la Soledad”, respondió el criado. El capitán buscó en varios talleres españoles y fue hasta que arribó a Sevilla cuando encontró la imagen de la Soledad que fue de su agrado.
Sin embargo, el proceso para traer la imagen a Puebla fue tardío, por lo que, mientras se ajustaban los papeles requeridos, Santillán, con el propósito de no guardarle en una bodega lúgubre puso la figura a cargo en el convento de San Agustín, en la ciudad de Cádiz, Las santas doncellas abrieron la caja y se enamoraron de la talla, de tal forma que decidieron armar la escultura y vestirla apropiadamente.
Cuando el marino reclamó su escultura, las monjas se negaron a devolverla, argumentando que ya existía una gran devoción, cuenta la historia que entonces la madre superiora enfermó y su malestar hizo entender la importancia de devolver la virgen, luego de esto, la monja sanó milagrosamente, siendo este el primer milagro que se le atribuye.
Durante el viaje en barco de España a Puebla, la imagen de la virgen hizo otros varios milagros, lo que valió de fama entre los fieles.
Mientras llegaba su obsequio, Manuel de los Dolores inició con los preparativos para recibir a la imagen y construyó una primera ermita, que ahora se encuentra atrás de la edificación dedicada a la virgen, a la llegada de la imagen había tanta gente que no cupo en el espacio designado.
Fue 40 años más tarde se edificó el templo de Nuestra Señora De La Soledad, el 26 de febrero de 1748 y el convento anexo de religiosas Carmelitas descalzas.
Cada año, en la procesión mayor de Viernes Santo, se le sacaba en andas, cargada por las damas de la más alta sociedad, quienes lucían sus joyas en tal ocasión.
Al renovarse la tradición procesional la hermosa imagen ha tornado al deambular anual en el Centro Histórico de Puebla porteada exclusivamente por mujeres de la Cofradía de la Virgen de la Soledad.
Jesús de las Tres Caídas
Esta imagen se venera en el Templo de Analco, y la tradición afirma que, cuando la Puebla de los Ángeles se fundó, se trajeron contingentes de indígenas de los alrededores, para que auxiliaran a los colonos españoles en la edificación de la ciudad, y fueron ubicados en un campamento, justamente “del otro lado del río”, que en náhuatl se dice Analco.
Tanto tiempo transcurrió en la consolidación de la ciudad, que los indígenas murieron y sus hijos se quedaron, conformando un barrio populoso, con una ermita dedicada a las Benditas Ánimas del Purgatorio, pero con los aportes de un rico comerciante, se edificó un templo más grande, que se consagró al Santo Ángel Custodio.
Al concluirse la iglesia en el siglo XVII, se habilitó de altares e imágenes de devoción popular, entre ellas, una pintura que presentaba a Cristo, en el momento de la “Tercera caída”, cuando hace un gran esfuerzo por levantarse, y que tuvo tal devoción y fervor que se estableció una cofradía.
Para ello, se eligió por primer mayordomo, al regidor Don Antonio Díaz Delgado, quien promovió que se hiciera una imagen de bulto, del mismo Señor, para colocarla en el altar, para ello se le encargó al escultor Manuel de la Paz, que la labrase en un término muy corto, para ello, el artista eligió un tronco de ceiba, que había en el mismo sitio en que está hoy está la capilla, y puso por condición que nadie le interrumpiera para cumplir con el plazo establecido.
Así, para cumplir la encomienda, trabajaba de día y de noche, lo que dio motivo a un compadre suyo, ciego de nacimiento, y que vivía pared en medio, y oía los golpes de noche, le preguntó entonces, ¿qué obra tan urgente tenía que elaborar?, y le pidió permiso para acompañarle en su ardua tarea; al estar por concluir la escultura, le pidió permiso para tocar la escultura, y en ese mismo momento se le abrieron los ojos a él, que era ciego de nacimiento, este milagro se divulgó tan profusamente, que la hizo de una gran popularidad y devoción.
La hermosa imagen está en una postura muy natural, que representa a Cristo, que en su camino al calvario, ha caído en tierra por el peso de la Santa Cruz, que carga en el hombro izquierdo, y que procura levantarse con trabajo, elevando el rostro, y afianzando sobre el pie y la mano derecha, teniendo todavía en el suelo esta rodilla, y en el dedo grueso del pie izquierdo se observa un moretón, como por haber dado un tropezón, y desde el principio se advirtió que de él salía un aromático olor, muy suave, que aún subsiste hasta nuestros días.
Esta venerable imagen participaba en la procesión original de nuestra Angelópolis y desde hace unos años se ha incorporado en el renacimiento de esta tradición.
Jesús de la Misericordia
Dios se nos ha revelado como un Dios Misericordioso, precisamente por ese amor misericordioso, para que esta verdad no se nos olvide, Él nos la ha querido recordar a través de las revelaciones a Santa Faustina Kowalska, una humilde religiosa polaca.
A Santa Faustina, Jesús le habló y le permitió ver muchas cosas, siendo el centro de su mensaje, proclamar que la misericordia es el atributo más grande de Dios.
Obedeciendo el mandato de Jesús, Santa Faustina escribió su diario, y ella misma dirigió la elaboración de la imagen, que después de unos primeros intentos, finalmente realizó el pintor polaco Adolfo Hyla, y que muestra a Jesús de pie.
Vestido con una túnica blanca, con su mano derecha levantada para bendecir, y con la otra tocando la túnica sobre el pecho; de la abertura de la túnica en el pecho, salen dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido, el rayo pálido significa el agua que justifica a las almas, y el rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas, ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de la Misericordia de Jesús, cuando su corazón agonizante fue abierto por la lanza en la cruz.
En 2022, con motivo del XXV aniversario de la instauración del Centro Internacional de Difusión de la Divina Misericordia de la Arquidiócesis de Puebla, el Arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, dispuso la participación de esta imagen en la Procesión de Viernes Santo y para ello se elaboró especialmente la escultura de Jesús de la Misericordia, la cual es una imagen peregrina y que es porteada por los hermanos de la Cofradía de la Divina Misericordia.
La Virgen de los Dolores
Es una obra del siglo XVIII, atribuida su autoría al famoso escultor poblano: José Villegas Cora.
La imagen es quizás, la más bella, entre las muchas que despiertan el fervor en Puebla a la devoción mariana. Es una imagen de tamaño natural, que está de pie, y que muestra a la Santísima Virgen María, de tamaño natural, de pie, con goznes en los brazos, con rostro encarnado, y con expresión de dolor y aflicción en la mirada, sufriendo los inmensos dolores, ante la pasión de su Santísimo Hijo, tiene en su cabeza un resplandor lleno de rayos, y su indumentaria, es en color obscuro, en señal de penitencia, entre sus manos, sostiene un pañuelo blanco para enjugar sus lágrimas.
Asimismo, muestra un puñal que le atraviesa su adolorido corazón. En el frente de su vestido de luto, se encuentra grabado un corazón atravesado por siete puñales, que representan los siete grandes dolores de su Santísimo Corazón, y que la tradición sostiene que son: La profecía del anciano Simeón durante la presentación de Jesús en el templo, la huida a Egipto para salvar al niño Jesús, el niño Jesús perdido en el templo, el encuentro de la Virgen María con Jesús cargando la cruz en su camino al calvario, la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, el depósito de Jesús en los brazos de María al descendimiento de la Cruz y el entierro de su hijo amado.
Esta bellísima imagen, después de haber estado en otros templos, llegó en 1861 al templo del Carmen donde se le veneró inicialmente en la Capilla del Santo Niño de Praga y posteriormente se le pasó a la Capilla de Santa Teresa de Ávila, donde actualmente recibe la veneración de los fieles.
Jesús Nazareno del templo de San José.
La fundación del templo de San José, dependiente al principio del convento de San Francisco, para que se encargara de la doctrina de los indígenas que se asentaron en los barrios, alrededor de la ciudad.
Muy pronto, por los servicios que brindaba a los naturales, fue convertida en parroquia, modificándose el templo, haciéndolo más suntuoso, de tal forma que para mediados del siglo XVII contaba con varias capillas anexas además de un hospital u hospedería.
En 1956, un escultor portugués, de nombre Gerónimo Rodríguez, en su taller, ubicado a un costado del Templo de San Pedro, ejecutaba una hermosa escultura de Jesús Nazareno, tan hermosamente tallada, que parece natural y que representa a Cristo, caminando, con la cruz a cuestas, en su camino al calvario.
Cuenta la leyenda que un día, la sirvienta que atendía al escultor, tocó sin querer la escultura, llenándose de lo que ella creyó era pintura roja, no tomó mayor atención, pensando que era lógico que, estando recién labrada, la pintura estuviera fresca.
Sin embargo, pasaron varios meses y notó que las heridas de Jesús siempre tenían fresca la pintura, de tal manera que, observando con detenimiento la sustancia, descubrió alarmada que parecía sangre.
Comentó esto con algunos vecinos, quienes, sospechando alguna anomalía, denunciaron el hecho a la Santa Inquisición.
Como entonces se acostumbraba, el hombre fue arrestado y sometido a interrogatorios, confesando que diariamente se embriagaba y que, perdido en el alcohol, azotaba la imagen hasta el cansancio, sin darse cuenta nunca, que los latigazos provocaban que brotara autentica sangre de la escultura.
El hecho dio fama a la imagen, de tal modo que hubo que guardarla en el templo de San Pedro, a donde también provocó que multitudes alcanzaran favores de Nuestro Señor.
Por ello el cabildo de la Catedral decidió que la imagen fuera trasladada a la parroquia de San José, en donde se le asignó una capilla, mientras sus devotos le construían una nueva, que fue de las más ricas y bellas de Puebla.
Eran tantos los devotos de Jesús Nazareno que pronto se agruparon en la “Cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de la Piedad”, cuya función principal era promover el culto a la imagen, así como cuidar de ella y llevarla en procesión por las calles de la ciudad.
Señor de las Maravillas
Sin duda alguna es la imagen más venerada y reconocida en la ciudad de Puebla. Se dice que fue elaborada por un preso que aprovechó un gran tronco de árbol, mismo que fue derribado por un rayo.
La compuso junto con dos soldados romanos que estaban en actitud de azotarlo. Representa a Cristo en el momento de haber caído con la cruz a cuestas, haciendo un gran esfuerzo por levantarse para proseguir al Gólgota y ser crucificado.
La escultura fue donada al templo de San José, en donde decidieron rifarla, debido a que ya tenían una muy afamada y milagrosa.
Fueron las religiosas del cercano convento de Santa Mónica, quienes ganaron el sorteo, de tal manera que, al recibir el premio, decidieron colocar las tres figuras al final de su templo, muy cerca de la reja del coro bajo, para que cuando el templo estuviera cerrado, poder contemplar el Santo Cristo.
Se dice que una monja, cuando hacía una última visita nocturna al santísimo, escuchó quejidos lastimeros llenándose de miedo. Platicó esto a la superiora, quien dio instrucciones de verificar lo que le relataban.
Con gran sigilo fueron la noche siguiente hasta la reja del coro bajo, y cuál no sería su sorpresa al descubrir que las esculturas de los soldados cobraban vida, golpeando con sus flagelos el cuerpo ensangrentado de Jesús.
El nombre de la milagrosa imagen proviene de otra leyenda. Según se dice, había una mujer buena y abnegada, muy devota, la que, llevando de comer a su marido, entonces preso en la cárcel de San Juan de Dios, observó a otro recluso, el cual no recibía visitas de nadie; llena de compasión empezó a llevarle de comer también a él todos los días, sin que se percatase su esposo. Libre ya el marido, cuando su esposo salía a trabajar, ella continuó llevando de comer a aquel preso; no faltó alguno que, por maldad, calumniara a la señora, acusándola con su marido de ir a visitar a otro hombre.
Herido por los celos, el esposo la vigiló y le salió al paso, cuando ella llevaba la canasta con alimentos. Al preguntarle a dónde iba, ella titubeante le dijo que al templo de las “Mónicas”, a dejar su canasta con flores de maravillas, arrebató el hombre la canasta en donde efectivamente la encontró llena de esa hermosa variedad de flores amarillas, de las llamadas maravillas, al observar este milagro, la mujer confesó toda la verdad a su marido y ambos acudieron, con enorme devoción, a rezar frente a la milagrosa imagen, y a dejar las flores al “Señor de la Caída”, a quien desde entonces se le llamó el Señor de las Maravillas.
Esta bellísima escultura, una de las más hermosas de la ciudad, representa a Jesús en una de sus caídas; es de tamaño natural, la expresión de su rostro es impresionante, inspira dolor, compasión y confianza en la misericordia de Dios; su mirada profunda es dulce y llena de amor, triste y suplicante y a la vez invita a la contrición profunda.