La milenaria Cholula recibió al candidato presidencia de las izquierdas (PT, PRD y Movimiento Ciudadano), Andrés Manuel López Obrador, como no lo hizo hace seis años. Y frente a un público leal a sus deseos de transformar el país, se parafraseó a sí mismo —una vez más— para convocar a sus seguidores a transformar el país cambiando el modelo económico, combatiendo la corrupción y rescatando la soberanía energética.
El político se desmarcó de las decisiones autoritarias, pero el deslinde no bastó para que sus seguidores —los más adoctrinados en la ortodoxia de la izquierda— abuchearan a su aliado, el candidato al Senado, Manuel Bartlett Díaz. Desde la Plaza de la Concordia, López Obrador cifró su confianza en que su proyecto político abarca un amplio abanico de ciudadanos comprometidos con la transformación del país donde lo mismo caben priistas que panistas.
En el acto político, AMLO afirmó que uno de los compromisos más importantes si llega a gobernar este país será combatir la corrupción en todos los niveles. Pero el llamado a combatir la corrupción alcanzó a los candidatos recomendados, como a Bartlett Díaz, a quien de inmediato la mención del combate a la corrupción enardeció a los leales seguidores lopezobradoristas que abuchearon al exgobernador de Puebla. Prometió a sus seguidores respetar la libertad, lo mismo la libertad de creencia que la política: “No habrá actos autoritarios, no se impondrá nada, vamos a respetar la libertad porque no queremos que piensen como nosotros.”
A diferencia del acto de campaña que realizó López Obrador en la Plaza de la Concordia en 2006, el primer acto de campaña en Puebla este año reunió alrededor de 15 mil personas, según datos de Protección Civil del municipio. La milenaria Cholula aclamó a López Obrador. No solamente los lopezobradoristas llegaron de distintos lugares como Teziutlán.
Los portales de Cholula para ser un miércoles entre semana estaban atiborrados. El collage de seguidores incluyó a priistas, panistas y milagrosamente hasta izquierdistas de viejo y nuevo cuño.
Andrés Manuel improvisó en su discurso que lo mismo incluyó la retahíla de críticas en contra del gobierno federal y del PRI, que el llamado a transformar el país con su ideario nacionalista y a favor de la soberanía, lo mismo la energética que la alimentaria.
El componente de los asistentes a la primera visita de López Obrador en Puebla abarcó a los viejos izquierdistas, a las “tribus” del PRD que a pobladores de Cholula que llegaban al zócalo en bicicleta, y hasta familias jóvenes de clase media que con sus hijos en carriolas escuchaban la perorata digerible del candidato izquierdista, sin faltar, por supuesto, las huestes campesinas y los jóvenes universitarios.
Un dirigible, manejado a control remoto, surcaba el cielo mientras el político de izquierda daba su discurso. López Obrador le dio la bienvenida a su arco iris ideológico, lo mismo a priistas que a panistas: “Qué bueno que decidimos seguir adelante, algunos se desilusionaron porque estaba fincada la esperanza en el triunfo de 2006, pero quienes se separaron en 2006 ya se están incorporando otra vez, mucha gente del PRI y del PAN se está incorporando y son bienvenidos”.
Las banderas de las tres fuerzas políticas que cobijan a López Obrador se disputaban las miradas del candidato presidencial izquierdista: una ola amarilla, luego otra naranja y una bandera del Partido del Trabajo alzándose sobre las demás. A media plaza no faltaban los souvenirs: camisas, playeras y gorras; también libros con el pensamiento del político tabasqueño y hasta periódicos de distintas tendencias izquierdistas.