Poco antes de cumplir los 9 años supe lo que significaba la homosexualidad. Uno de los seres que más he amado en mi vida era gay. Nadie lo sabía. Todos lo imaginaban.
Tuvo la paciencia de explicarme la única diferencia entre ellos y nosotros los heterosexuales: “sólo nos gustan y enamoramos de personas de nuestro mismo sexo”.
Era simple. No había por qué escandalizarse ni verlo como si fuera “raro”. Era tan hombre como cualquiera de los que vivían en la misma casa, incluido mi padre.
Me sorprende seguir viendo incansables marchas de las comunidades lésbico/gay que tienen el único objetivo de exigir sus derechos a la no discriminación, leyes que los protejan y libertad de vida.
Y digo que me sorprende porque en estos tiempos es para que todas las personas gozáramos de las mismas condiciones.
Ayer Puebla dio un gran paso, sobre todo por la influencia que tiene la Iglesia católica en la sociedad poblana. El arzobispo Víctor Sánchez se pronunció a favor del respeto hacia quienes tienen preferencias sexuales distintas, textualmente dijo que “la enseñanza de la Iglesia está en el catecismo, en donde a los creyentes se nos pide que las personas que tienen preferencias hacia su mismo sexo reciban comprensión y no sean víctimas de discriminación injusta”.
Nunca antes el máximo líder del catolicismo en Puebla habló del tema. Ni siquiera ponía en la mesa. “Dios nos libre” escuché decir a una señora que llevaba su rosario en mano en los pasillos de catedral. Lo único que pensé es que Dios debería librarnos pero de la falta de apertura, respeto e intolerancia en la que vivimos.
Los líderes políticos de la izquierda, quienes por cierto ya rompieron con el panismo en Puebla, formaron parte de esta marcha. El líder de Convergencia prometió luchar por la Ley de Sociedades de Convivencia; el líder del PRD se arrepintió de su postura anterior, amarrándose los pantalones fue a la marcha y ahí dijo que siempre sí está de acuerdo con poner el tema sobre la mesa. El problema es que ya iniciaron la precampañas presidenciales y ambas instituciones políticas, que seguramente no irán en coalición por intereses distintos, pues el primero apoya al Peje y el segundo a Ebrard, y todo lo que digan a partir de ahora puede ser falso.
Cuándo será el día en el que verdaderamente quienes gobiernan este país estén de acuerdo con quienes legislan y entonces crear una sinergia que lleve a los pueblos a mejores condiciones de vida en los que privilegie la igualdad y el respeto.
Tal vez estemos tan cerrados al tema que hay quienes no saben que existen estados en los que los homosexuales ya tienen un marco legal que los protege y brinda seguridad.
¿Por qué el estado se esfuerza por ser sede de millonarios eventos y pelea con uñas y dientes estar en la mira de inversiones extranjeras y no puede ver una realidad que nos rebasa?
Ojalá que en este periodo ordinario de sesiones los diputados se atrevan a discutir el tema sin fobias, religiones o falsos criterios sobre moral. Que dejen sus creencias y opiniones personales en la puerta del Congreso y representen a los ciudadanos que votamos por ellos.
La historia con la que inicie no tuvo un buen final. A esa persona la veo en los rostros de quienes marcharon el fin de semana. Su memoria es quien me obliga a escribir estas líneas. Él fue cruelmente asesinado a puñaladas en 1986. A los 11 años tuve que declarar ante el Ministerio Público, pues un par de noches antes dormí en su casa. Recuerdo que la primera pregunta fue si él era “puto”. El caso fue cerrado. Nunca encontraron al responsable, pero en realidad creo que no se tomaron la molestia de buscarlo.

Twitter: @Engatusada