A cuatro meses de haber tomado posesión del cargo, Eduardo Rivera ha enfrentado críticas insalvables y desgarradoras. Las primicias de su administración dejan mucho que desear mientras que grandes errores ya se empiezan a acumular. Hasta cierto punto es natural: la desilusión democrática se asoma por los balcones de palacio un día después de la elección; en tanto que el cúmulo de promesas de los tiempos de campaña revelan su muy difícil aplicación.
Para nadie es un secreto que los conflictos postelectorales en las juntas auxiliares fueron tratados de la peor manera posible. Hace unas semanas, el ayuntamiento fue incapaz de negociar eficientemente con las coaliciones de “ciudadanos” contrarias a la estructura de sus intereses. Evidentemente no supieron mantener la gobernabilidad ni la paz social en los espacios en cuestión. El hecho fue lamentable.
En el mismo tenor de ineficiencia, pero esta vez en materia administrativa, muchas gestiones y servicios propios de la función pública han resultado altamente cuestionables. Lo más reciente publicitado en los medios es resultado de una curiosa mezcla entre inexperiencia e ineficiencia, pues al día de hoy 900 trabajadores del Área de Servicios Públicos y Limpia mantienen un paro laboral motivado por la falta de equipo básico para el desempeño de sus labores. La situación es grave porque no se les ha entregado uniformes, guantes, botes, cuerdas, materiales y herramientas. En una palabra, están trabajando como pueden y con lo que pueden. Insisto, Eduardo Rivera va cuatro meses en el ejercicio del cargo y, poco a poco, el tema de la ineptitud municipal llena las planas de los periódicos y las notas de la radio y la televisión.
Pero aquí no acaba la historia. En la ciudad de Puebla la problemática de los ambulantes requiere de políticas públicas que ninguno de los anteriores alcaldes han podido diseñar y, mucho menos, implementar. Aquellos vendedores que fueron reubicados, por no decir “encerrados” en pequeños lotes, no son comparables con la cantidad de nuevos lugares en que los ambulantes han penetrado y prácticamente conquistado a expensas de las juntas auxiliares y del ayuntamiento. Para colmo de males, en lo más profundo del gremio, los principales líderes del comercio informal se están peleando y disputando el control de los nuevos espacios causando escenas de violencia expresa, en tanto que la administración de Eduardo Rivera parece muy indiferente al respecto.
Por fortuna las cosas se compensan con un hecho noble: Eduardo Rivera ha demostrado ser un buen creyente, como presidente municipal de Puebla asistirá a la ceremonia de canonización del beato Juan de Palafox y Mendoza que se llevará a efecto en la ciudad de Osma en España el próximo domingo 5 de junio. Durante la visita aprovechará firmar una serie de convenios de colaboración con la administración local de esa ciudad. Ojalá y que nuestro alcalde encomiende el gobierno de esta ciudad al futuro santo, a falta de gobernantes eficientes y comprometidos con los problemas inmediatos y reales de Puebla. Creo que una ayuda divina no estría demás. Con un poco de suerte, Palafox y Mendoza nos concede su primer milagro y lo santifican más rápido.
Primicia
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