La tan esperada señal dentro del segundo informe de labores del rector de la máxima casa de estudios, Enrique Agüera Ibáñez, nunca llegó.
Es decir, continúa en el aire si se va o se queda para concluir su periodo al frente de la UAP.
Lo que sí vale la pena destacar es que muy atentos estuvieron sentados, a la espera de la tan ansiada señal, los aspirantes a sucederlo, quienes tuvieron que contener los suspiros para una mejor ocasión.
El tesorero Alfonso Esparza, el director de Comunicación Social, Jorge David Cortés; el favorito del morenovallismo, Jaime Vázquez, y el director de Obras, Manuel Sandoval, fueron durante un buen tiempo objeto de las lentes de los fotógrafos y hasta de algunos que se apresuraron a ponerse a sus órdenes, por si las dudas.
Fue evidente que el rector evitó a toda costa hablar de política y se limitó exclusivamente a enfatizar los temas académicos, lo cual me pareció muy bien, sobre todo porque Agüera Ibáñez ha hecho un espléndido trabajo en ese rubro, y es quizá más justo reconocer sus alcances en ese tema que en torno a sus propias aspiraciones personales.
Lo cierto es que el informe reunió a la nueva clase política y a una parte de la vieja, representada por el gabinete morenovallista y las nuevas tribus del priismo local.
Irónicamente, el gran ausente de la noche fue el que antes era el hijo pródigo de la máxima casa de estudios y su fiel mecenas: el exgobernador Mario Marín Torres, el cual no se sabe si no asistió o si ni siquiera fue invitado.
El ahora defenestrado gobernador contribuyó con cantidades millonarias para la construcción del Complejo Cultural Universitario, inmueble considerado como un símbolo de la UAP y el cual fue sede del segundo informe, aunque el antiguo mecenas ni siquiera fue digno de una mención.
También, con cara de circunstancia, Blanca Alcalá, Fernando Morales, Javier López Zavala, Alejandro Armenta y Alberto Jiménez Merino, buscaron en el discurso la señal que nunca llegó, por lo que dormirán con la duda de si el rector será o no su contrincante en la tan ansiada candidatura al Senado de la República.
Lo que sí es un hecho indiscutible, es el liderazgo que entre todos los sectores sociales tiene el rector Agüera, así como el hecho de que cuenta con el respaldo y apoyo de su aliado, el gobernador Rafael Moreno Valle.
El propio mandatario así lo dijo: “tengo en Enrique Agüera un aliado, con el que seguiré contando en los próximos años que aún le quedan a mi administración”.
La frase del gobernador fue ambigua, y es que Agüera puede que sea un aliado de Moreno Valle en cualquier frente: en el Senado de la República en el 2012, en la presidencia municipal de Puebla en el 2013, en la UAP durante los dos años que todavía le restan de rector. Nadie lo sabe.
El negrito en el arroz fue el terrible video melodramático que puso el rector para explicar sus logros, el cual francamente no gustó a los asistentes, además de que estuvo demasiado largo.
En síntesis, el futuro del rector Agüera se mantiene en el aire. Es sin lugar a dudas un pieza codiciada por varios partidos políticos que le han hecho varios guiños para atraerlo a sus filas, pero sin lograr conseguir una definición por parte del universitario.
En el plano estrictamente académico, los logros de la UAP y de su rector están a la vista y son indiscutibles, sólo resta esperar a que en el 2012 —llegado el tiempo de las definiciones— se sepa de una vez por todas cuál será el futuro del hombre que en los últimos seis años es mencionado prácticamente para ocupar todos los puestos de elección popular habidos y por haber.