Si hay un hombre que ha jugado un papel fundamental en estos primeros meses en que Puebla ha experimentado muchos cambios, es sin duda José Luis Márquez Martínez, diputado local del PRI y coordinador de la bancada del tricolor en el Congreso local.
Márquez tiene derecho de picaporte en Casa Aguayo y Casa Puebla, es el puente real entre el morenovallismo y el ala priista que tiene el control de un buen número de la estructura partidista del tricolor.
Aunque no ha sido nada fácil su función al frente de la bancada del tricolor y en más de una ocasión ha tenido problemas para mantener la unidad dentro de su bancada, hábilmente el nativo de Zacatlán ha sabido sortear las difíciles aguas del primer año de la administración morenovallista y entregar buenos resultados.
Márquez es de los que ganó con la derrota del PRI, ya que difícilmente hubiera tenido tal protagonismo en caso de que Javier López Zavala se hubiera alzado con el triunfo el pasado 4 de julio del 2010, pero hay que reconocer que el priista ha sabido hábilmente aprovechar la oportunidad para catapultarse a los primeros planos en el ámbito local.
Hoy el dilema de Márquez es ocupar la presidencia de la Gran Comisión el próximo año, de acuerdo con lo pactado al interior del Congreso local o partir para contender por una diputación federal, representado al distrito 2 con cabecera en Zacatlán, de donde es originario.
Quedarse en el Congreso local tiene varias ventajas, la principal es que podrá manejar un presupuesto de más de 142 millones de pesos, aunque la diputación federal en el marco de un posible regreso del PRI a Los Pinos es también una buena opción.
José Luis Márquez tiene la última palabra, lo que sí se reconoce es que hoy por hoy es el puente de oro entre el morenovallismo y el ala priista que irónicamente ha servido de soporte a la presente administración, incluso por encima del panismo local que se encuentra en su mayoría molesto con el gobernador del estado por la falta de oportunidades para sus cuadros.
El espía del gobierno
Finalmente es Carlos Tornero Salinas, hermano del secretario técnico del Consejo de Seguridad Pública del estado, el encargado de operar el moderno equipo de origen israelí que la administración morenovallista adquirió para espiar la vida de los poblanos, perdón, para utilizarlo en materia de inteligencia y seguridad pública.
El pasado de Carlos Tornero ya fue ampliamente documentado por el periodista Alejandro Mondragón en el portal Status, dentro de lo que destacan sus antecedentes y recomendaciones por parte de la CNDH en su paso como director de la Policía de León, entre otras lindezas.
Con el apoyo del Procurador de Justicia, Víctor Carrancá y de su hermano, Carlos Tornero es hoy el hombre que sabe y reporta todo lo que se mueve en torno a la vida de los principales personajes de la Puebla levítica.
Por si fuera poco, es el encargado de ponerle “cola” —como se dice en el argot— a algunos personajes, para conocer directamente su vida y obra, y tener todo listo para poder usarlos en su contra cuando sea necesario.
Así que ya lo sabe, si su línea está intervenida o si usted trae “cola”, ya sabe a quién le debe reclamar.
Por cierto, dicen que la distancia entre el procurador Víctor Carranca y el secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas Fosado, sobre la forma de combatir la delincuencia en Puebla es cada vez más profunda.
Cuentan quienes los han visto que son constantes los choque que tienen ambos personajes, ya que a duras penas se dirigen la palabra y eso que tienen que trabajar juntos no sólo en el combate a la delincuencia, sino en la reformas que se cocinan para incrementar las penas a varios delitos y adecuar el marco legal de Puebla a las reformas constitucionales en materia de procuración de justicia.
Márquez, el factor de gobernabilidad
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