El conflicto limítrofe entre Puebla y San Andrés Cholula parece ser un cuento de nunca acabar. Las inservibles promesas de campaña de los ahora respectivos presidentes municipales, Eduardo Rivera Pérez y Miguel Ángel Huepa sólo demuestran que las promesas, incluso entre iguales, sirven para dos cosas.
En el inicio de año, como es la obligación de los contribuyentes, los poblanos tenemos que realizar impuestos el impuesto por concepto de predial. Sin embargo los habitantes de las 35 colonias que conforman la zona de conflicto además de tener confusión respecto a donde deben pagar, empiezan a ser víctimas de campañas “negras” por parte de ambos alcaldes.
Le explico.
Resulta que los presidentes municipales de Puebla y de San Andrés Cholula, no sólo se han dedicado a intentar ganar una batalla que de ante mano está perdida para ambos. Entre la guerra de declaraciones, las campañas publicitarias para que el contribuyente en conflicto elija a su respectivo municipio, nuestros personajes han caído en una patética pelea de mercado.
Y eso que son hijos del mismo partido.
¿Se imagina si en alguno de los municipios el presidente fuera de cualquier otra extracción partidista?
Ya se habrían agarrado a arañazos.
Ninguno está dispuesto a ceder, pues para nadie es un secreto que están en juego millones de pesos, el centro comercial más grande e importante: Angelópolis, una de las universidades privadas con mayor prestigio, terrenos con valores inimaginables y por supuesto —lo que mas duele— el ego de quien actualmente gobierna cualquiera de estas dos ciudades.
Hay que recordar que Eduardo Rivera trata de quedarse con la zona, no sólo por que vive en una de las 35 colonias, sino que tiene como director de ingresos a quien fuera presidente municipal de San Andrés Cholula.
El problema es que si entre dos personas del mismo partido político (como es el caso) con un mandatario estatal de la misma extracción partidista y un Congreso local al servicio del Poder Ejecutivo, no logran resolver el conflicto más antiguo al que se enfrentan ambos municipios, ¿quién lo va a arreglar?
Lo malo de todo esto es mientras los panistas siguen en “el ring”, los habitantes de la zona en conflicto se echan un volado para ver con quién se quedan, si con melón o con sandia. O lo que es peor, hay quienes aprovechándose de las diferencias entre alcaldes, se hacen de la vista gorda y simplemente dejan de realizar su obligación tributaria.
Ojalá los presidentes municipales hagan una pausa y tengan, por lo menos, la disponibilidad de lograr una negociación salomónica, por que si esto no se arregla en este trienio, le aseguro que jamás se resolverá.
Un cuento de nunca acabar
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