La guerra se desató. Los tambores suenan por todo el estado. El enemigo se llama Mario Marín y todo lo que huela a él. Todo. Repetimos: todo. No habrá tregua ni negociación. Si ya detuvieron a Alfredo Arango García por enriquecimiento ilícito seguirán más en la lista hasta ver debilitado al amo de esa corriente política que se caracterizó por el cinismo y la corrupción: Mario Marín.
Son varios exfuncionarios en la lista. Aparece el nombre de Gerardo Pérez Salazar, a quien se le investigará por el manejo de los recursos de la Secretaría Finanzas a una casa de bolsa, en la cual su esposa manejaba la cuenta y recibía cuantiosas sumas millonarias por comisiones.
También está el subsecretario de Egresos, David Villa Issa, la razón es más que obvia: se sabe a detalle cómo es que usó y erogó cantidades millonarias.
Hay quien señala a Jorge Mendoza Velarde, subsecretario de Administración, ya que él fue quien hizo contratos —de manera más que dudosa— con compañías telefónicas.
Se habla también de conocido líder del PRI estatal, de quien no diré su nombre pero sus iniciales son Juan Carlos Lastiri Quirós, y que tiene un expediente muy pero muy pero muy cuestionado, y sólo así se entiende por qué se ha inclinado tanto a lo que le ordene el gobernador panista.
Es obvio que Eduardo Macip Zúñiga, quien ya huyó de Puebla para evitar el encarcelamiento.
Se habla también de un subsecretario de Obras Públicas, no del titular en los tiempos del marinismo, sino de un subalterno. En próximas entregas revelaremos más detalles.
La pregunta es: ¿Alfredo Arango actuó solo o recibió órdenes? La pregunta, perdón, es tan obvia que hasta parece absurda, pero sólo así se entiende que sí, sí van por todo lo que huela a Mario Marín.
Y son muchos funcionarios que se aprovecharon de sus cargos. Lo peor es que fue tanto el cinismo que contagió todas las esferas sociales, dejando muchas pistas. Sus excesos eran hasta celebrados en cualquier café, bar, fiesta y reunión. Era como una muestra de ser el “macho alfa” o de virilidad.
Moreno Valle no cesará ni dará marcha atrás.
Cierto es que tampoco centrará su gobierno en ello, pero consultando uno de sus libros de cabecera —Las 48 leyes del poder, de Robert Greene— uno descubrirá que ya dado el primer golpe en la mesa no puede recular, ya que esto podría ser contraproducente, vean:
“Ley número 15. Aplaste por completo a su enemigo. Empezando por Moisés, todos los grandes líderes de la historia sabían que era necesario aplastar por completo al enemigo que temían (en algunas oportunidades aprendieron esta lección a fuerza de golpes.) Si se deja encendida una sola braza, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se ha perdido más por una aniquilación a medias que por una exterminación total: el enemigo se recuperará y buscará venganza. Destrúyalo por completo, no sólo física sino también espiritualmente.”
Más adelante, en ese mismo libro la ley número 42 establece: “Muerto el perro se acabó la rabia”, así que no hay que dudar ni un segundo que habrá mucho más por ver.
Vayamos por unas palomitas ya que esto se asemejará a la película 300 o a la serie Spartacus, de HBO, en donde la sangre y las cabezas rodarán a la menor provocación.