No hay plazo que no se cumpla, ni tiempo que no llegue.
En unas horas se definirá el futuro inmediato Enrique Agüera Ibáñez. Hoy por la tarde sesionará el Consejo Universitario, máxima autoridad de la casa de estudios, y será ahí y hasta ese momento cuando se sepa si el rector pide o no licencia para dejar su cargo e ingresar a las filas priistas como precandidato al Senado.
La decisión en manos de los máximos líderes del Revolucionario Institucional se ha mantenido en extremo secreto a tal grado que hasta la noche de ayer, Agüera Ibáñez la desconocía. Esta mañana, sin duda alguna, Agüera Ibáñez está consciente de los pros y los contras del panorama que tiene enfrente.
Ahora mismo vemos a un Javier López Zavala envalentonado, lleno de egos y excesiva confianza que le impedirán declinar ante cualquier panorama. En entrevista radiofónica con mi compañero Ricardo Morales en su programa “Clase política”, que se transmite en la 1010, el excandidato a gobernador advirtió que “pase lo que pase, el sábado me inscribiré”.
Advirtió no estar en disposición de ninguna negociación por lo que ahí cabe la duda si Enrique Agüera está dispuesto a arriesgarse en una asamblea a sabiendas que, para bien o para mal, Zavala cuenta con la estructura partidista. Pese a su terrible derrota, ingresar a una competencia interna lo pone en ventaja y el rector lo sabe.
Ambos están claros que desean el primer lugar de la fórmula, pues incluso perdiendo la elección constitucional tendrían una gran oportunidad de obtener el pase directo como el gran perdedor. Ninguno de los personajes está dispuesto a ceder y aceptar una segunda posición.
Sin embargo, no todo está dicho y cualquiera de los dos aspirantes a la candidatura puede ser el elegido. Sólo faltan unas horas y será entonces cuando las piezas de este complicado ajedrez empiecen a moverse.