El próximo miércoles en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) se comenzarán a vislumbrar los primeros enroques rumbo a la sucesión del rector Enrique Agüera Ibáñez.
Hay que recordar que no en balde el rector Agüera tuvo mucho tiempo para platicar largo y tendido con el secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, durante la gira de trabajo que ambos realizaron la semana pasada por la ciudad de Nueva York.
Lo cierto es que la UAP comienza a oler a “humo blanco” y todo indica que la decisión está más que tomada en la figura de Alfonso Esparza, quien mañana presentará su último informe como tesorero de la máxima casa de estudios en el estado.
Esparza Ortiz es un hombre disciplinado que ha trabajado con eficiencia, pero sobre todo con lealtad al lado de Enrique Agüera Ibáñez y que ha entregado buenos resultados. Ahí están las calificaciones otorgadas a la UAP por Standar&Poor’s, Moody’s y Ficht Ratings, que dejan en claro la buena situación económica de la máxima casa de estudios en la entidad y que constituyen la principal carta de presentación de quien se ha convertido en la opción más fuerte para suceder a quien impulsó su carrera universitaria.
Por si fuera poco, la Auditoria Superior de la Federación también avala el buen manejo de los recursos destinados a la máxima casa de estudios. Mañana, al rendir su último informe como tesorero de la UAP, Esparza Ortiz comenzará a prepararse para “asuntos mayores”.
De hecho, se especula que luego de ocupar por ocho años la Tesorería de la UAP, Esparza Ortiz se prepara para ocupar la Secretaría General de la máxima casa de estudios o, en su defecto, también podría ser la Vicerrectoría de Docencia, para ir después por el premio mayor: la Rectoría. No corre ninguna prisa.
Otros enroques también serían el de Óscar Gilbón, quien deja la Contraloría y ahora podría convertirse en tesorero.
También se designará al nuevo contralor, que saldrá de una terna integrada por Norma Pimentel López, Martha Mayela Carsolio y David Riverol.
Mañana en la UAP olerá a “humo blanco”, habrá que ver cómo la clase universitaria recibe a quien desde este momento se perfila para ocupar el escalafón más alto dentro de la máxima casa de estudios y qué amarres realizó durante su viaje el rector Agüera para “blindar” a su pieza.
Los nubarrones que azotaban a la máxima casa de estudios al inicio de la nueva administración estatal han quedado atrás y hoy la habilidad del rector para entenderse con los nuevos actores políticos, le ha dado la viabilidad a su proyecto. También las versiones que mencionaban que tal vez un personaje fuera de la máxima casa de estudios podría llegar a ocupar el puesto del rector se han alejado. Ya se antoja como un asunto muy complicado, tener que modificar toda la legislación universitaria para colocar a un personaje ajeno a la UAP.
Se ve realmente complicado, ya que de acuerdo con lo que hoy esta vigente, se establece que hay que tener una plaza de unidad académica mínima de 5 años y definitividad en la plaza que se ejerce, además de poseer la titularidad de la plaza, entre otros muchos requisitos que hacen muy lejano que pueda llegar alguien externo a la clase universitaria, versión que circuló hace no mucho.
La UAP vive hoy días de estabilidad, el trabajo de Enrique Agüera Ibáñez ahí está. Para la posteridad quedarán los casi 9 años de trabajo, más el que le resta y que consolidaron el cambio de rostro que ha vivido la máxima casa de estudios, desde que José Doger Corte tomó las riendas de la universidad, en la lejana década de los años 90 en el siglo pasado.