Esa es la pregunta clave y todo mundo quisiera tener la respuesta, porque implica muchas cosas para el proceso electoral intermedio que vivirá la entidad en 2013.
Saber qué quiere el futuro presidente de la República es la clave para saber qué es lo que va ocurrir el próximo año cuando habrán de renovarse las 217 presidencias municipales y el Congreso local. El próximo presidente de la República es la pieza clave para definir por donde van a jugar cada uno de los diferentes actores políticos. Sus decisiones serán definitivas para marcar el rumbo de la elección y de la entidad.
De entrada, Peña Nieto o su futuro secretario de Gobernación son los únicos que pueden detener la operación política que ha puesto en marcha, con sus antiguos aliados, el gobernador Moreno Valle. Como lo expresé en alguna ocasión, la coalición es clave para el proyecto morenovallista y sólo una mano como la del presidente de la República y/o su secretario de Gobernación federal pueden detenerla.
Si el próximo presidente o el encargado de la política exterior le permiten al gobernador reactivar la alianza que tanto éxito tuvo en 2010, el PRI no tiene la menor posibilidad de competir con esta suma de fuerzas políticas.
He escuchado diferentes versiones sobre lo que el próximo presidente de la República quiere y busca en Puebla para 2013. Hay voces que afirman que el presidente de la República va con todo, que por ningún motivo va iniciar su mandato con una derrota electoral frente a un gobernador panista o aliancista como Rafael Moreno Valle Rosas, que aspira a convertirse en su sucesor. Estas mismas voces aseguran que ni permitirá que se reedite la coalición, muchos menos dejará que el gobernador se quede con la joya de la corona: la presidencia municipal de Puebla.
Los que sostienen esta hipótesis parten de la premisa de que el futuro presidente de la República no puede iniciar su mandato perdiendo una elección tan importante como es la de Puebla. Para rematar, cuentan que Peña Nieto recientemente en una reunión con presidentes municipales electos y diputados federales, les aseguro que con él en la presidencia de la República habrá “una sana cercanía con el PRI”, en vez de la “sana distancia” de la cual alguna vez habló Ernesto Zedillo.
Hay otros que sostienen la hipótesis de que el presidente de la República buscará realizar una gran negociación con el gobernador del estado, una repartición de ésas que tanto le gustan al mandatario de Puebla en donde todos ganen y nadie pierda.
¿Bajo que argumentos negociaría el presidente si aparentemente tiene todo a su favor? El de evitar un golpeteo innecesario en el que a pesar de que el gobernador tiene todas las de perder, a nadie le convine iniciar su mandato con una guerra civil en donde todos pierdan.
¿Cuál sería la negociación? La presidencia municipal de Puebla para el PRI y la mayoría del Congreso del estado para el gobernador, con el salvoconducto de que el candidato del tricolor pueda ser un personaje afín a ambas partes, llámese —por ejemplo— un Enrique Agüera Ibáñez. Suena interesante y viable, aunque no del todo.
La última es que al presidente de la República le importe un bledo lo que ocurra en Puebla y deje correr totalmente las cosas, lo cual se antoja francamente descabellado, más no imposible. Lo que nadie debe de perder de vista es que a partir del 1 de diciembre, fecha en que Peña Nieto toma posesión como nuevo presidente de México, muchas de las cosas que conciernen a Puebla se definirán en la capital del país y si no, al tiempo.
Será por ejemplo en el Distrito Federal, donde se defina quién será el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla y no en nuestra aldea.